Donald Trump, en menos de dos semanas tras su reelección, plantea un cambio radical en las instituciones de Washington, poniendo a prueba el equilibrio de poder establecido hace más de dos siglos.

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Washington está viviendo un momento de gran agitación política que podría llevar a una transformación radical de sus instituciones.

A menos de dos semanas de haber sido reelegido, Donald Trump ha iniciado una campaña para desafiar a los cimientos de la capital estadounidense de una manera sin precedentes para un presidente electo en su historia reciente.

Al parecer, ha lanzado una "granada" a la administración en un intento de ver quién escapa y quién se queda frente a la explosión política que él mismo ha creado.

Trump ha manifestado que el "poder real" radica en generar temor, y parece haber logrado infundir esta sensación entre sus adversarios.

A pesar de obtener una victoria por márgenes modestos, su control sobre el Partido Republicano es más fuerte que el mostrado por cualquier mandatario en tiempos modernos.

Su transición temprana está convirtiéndose en una prueba de resistencia generacional para el sistema político estadounidense.

Una de las acciones más controvertidas de Trump es solicitar que el Senado entre en receso para poder nombrar a sus candidatos sin necesidad de confirmación.

Si esto se lleva a cabo, supondría una alteración significativa del equilibrio de poder que nuestros fundadores establecieron hace más de 200 años.

Además, Trump tiene la intención de nombrar a leales que buscan desmantelar los mismos departamentos que se les ha encargado dirigir.

Entre sus nombramientos más impactantes, destaca un congresista del ala más radical que ha estado desafiante a sus colegas republicanos y ha enfrentado acusaciones serias, para que dirija un Departamento de Justicia que le investigó sin presentar cargos.


Asimismo, ha designado a un teórico de la conspiración sin formación médica como líder del Departamento de Salud y Servicios Humanos, un movimiento que lanza un mensaje claro sobre su intención de socavar las bases del sistema de salud.

Trump también llevó a un presentador de televisión, conocido por defender a criminales de guerra y que lleva un tatuaje asociado a la extrema derecha, a encabezar las fuerzas armadas más poderosas del mundo.

Además, ha optado por una excongresista que ha demostrado ser favorable a dictadores del Medio Oriente y ha tomado posiciones alineadas con Rusia, para supervisar las agencias de inteligencia del país.

No es la primera vez que Donald Trump desafía las normas políticas; desde que comenzó su carrera política, nueve años atrás, ha estado en una constante búsqueda de romper los moldes establecidos.

En el pasado, un simple error tributario podría haber sido motivo suficiente para llevar a la descalificación de un candidato a un puesto en el gabinete.

Sin embargo, Trump ha superado esas líneas rojas, eligiendo a figuras tan provocativas que incluso otros republicanos se encuentran desconcertados.

Este movimiento anticipa que "las cosas van a ser diferentes", tal como lo expresó Roger Stone, un conocido amigo y confidente de Trump, a través de un mensaje de texto.

La magnitud de estas decisiones y la dirección política que están tomando la administración de Trump son realmente excepcionales.

Así, el panorama político de Estados Unidos se encuentra en un punto de inflexión que podría definir no solo el futuro cercano, sino la historia misma del país.