El impacto emocional del conflicto en Medio Oriente se siente profundamente en Australia, donde las comunidades están divididas por la tragedia actual.
El último año ha sido especialmente traumático para muchos australianos a raíz de los acontecimientos en Medio Oriente.
La guerra en Gaza ha dejado imágenes desgarradoras que se difunden a diario.
El ataque terrorista perpetrado por Hamas el 7 de octubre de 2023 es considerado la peor pérdida de vidas judías en un solo día desde la época del Holocausto, y aún hay alrededor de 100 rehenes que permanecen en cautiverio.
A su vez, la respuesta de Israel ha sido devastadora, con informes que señalan más de 42,000 palestinos muertos, de los cuales más de 13,000 son niños.
La crisis humanitaria se agrava, afectando a cerca de 2 millones de palestinos que enfrentan la amenaza inminente de la hambruna.
Aunque este conflicto puede parecer distante, la realidad es que muchos australianos sienten la cercanía del drama.
Algunos han perdido seres queridos, mientras que otros tienen amigos y familiares en peligro.
Las comunidades dentro de Australia se ven conectadas de diversas formas con ambas partes del conflicto.
El pasado 27 de septiembre, Penny Wong, ministra australiana de Relaciones Exteriores, se dirigió a la Asamblea General de las Naciones Unidas en Nueva York, donde enfatizó la necesidad de un alto el fuego y una resolución que tome en cuenta las circunstancias de ambos lados involucrados.
Este contexto histórico, lleno de conflictos y promesas no cumplidas, aclara las diferentes perspectivas que los australianos pueden tener frente a este tema crítico.
Existen quienes ven la existencia de Israel como un imperativo para la supervivencia del pueblo judío; quienes sienten el evento del 7 de octubre como una continuación del antisemitismo, herencia de milenios de persecuciones.
Por otro lado, hay quienes abogan por los derechos de los palestinos, recordando que el mundo prometió apoyar la creación de un estado Palestina en 1947, al tiempo que se fundaba Israel.
Este grupo siente que las vidas musulmanas y árabes han sido ignoradas en la narrativa general.
Las diferencias entre estas experiencias parecen más profundas que nunca, intensificándose en un debate lleno de desinformación.
Por ejemplo, muchos australianos han pedido que su país abogue por un alto el fuego en Gaza.
Sin embargo, no se acepta que hace casi 11 meses Australia, junto con 152 naciones, votó a favor de una resolución en la Asamblea General de la ONU para instar a un cese al fuego.
Mientras algunos no escuchan la condena del gobierno australiano hacia los ataques de las Fuerzas de Defensa de Israel contra civiles y trabajadores humanitarios, otros sostienen erróneamente que con esto se estaría apoyando a Hamas.
A medida que el conflicto se ha extendido a Líbano, el líder de la oposición, Peter Dutton, afirmó que Australia quedó aislada por su llamado a un alto el fuego, cuando en realidad lo hizo en coordinación con varias otras naciones.
A pesar de estos llamados, se ha cuestionado a la administración sobre si Australia detendrá los bombardeos en Líbano, cuando claramente no participó en ellos desde el primer momento.
Estas situaciones evidencian el efecto de las afirmaciones erróneas por parte de ciertos políticos y medios de comunicación, así como la falta de disposición para escuchar.
Comprendo el deseo de la población de que el gobierno intervenga para detener la guerra, pero es importante aclarar que este no es un problema que Australia pueda resolver unilateralmente.
La clave está en fortalecer nuestra participación en la comunidad internacional.
Mientras el conflicto continúe, nuestra esperanza radica en colaboraciones para ofrecer ayuda humanitaria, reafirmar el respeto por el derecho internacional y avanzar hacia una paz duradera.