El café se convierte en un elemento esencial de la rutina diaria de los chinos mientras la ciudad de Shanghai lidera la tendencia con una floreciente cultura del café.
En las calles del centro de Shanghai, ha ocurrido en la última década una revolución alimentada por la cafeína que ha sorprendido a los visitantes que esperaban encontrar una ciudad enfocada en el té.
No es que el café esté amenazando la rica tradición de 2000 años de consumo del té en China, pero su creciente popularidad ha comenzado a integrarse en las rutinas diarias de la clase media china.
Según un estudio reciente, el promedio de consumo de café por persona en China alcanzó las 16.7 tazas en 2023, un notable aumento comparado con las 9 tazas registradas en 2016. Sin embargo, es aún un consumo modesto en comparación con las casi 365 tazas que consume al año un australiano, que están acostumbrados a un estilo de vida donde el café es fundamental.
Maggie Li, una joven de 27 años que trabaja en el Café del Volcán en Shanghai, es parte de esta nueva ola de amantes del café. La ciudad, descrita como el centro financiero y cosmopolita de China, alberga un estimado de 9553 cafeterías, lo que la convierte en la ciudad con más cafeterías en el mundo, según cifras proporcionadas por funcionarios locales.
Este crecimiento ha impulsado una industria que ya vale 56 mil millones de euros y sigue en aumento.
Shanghai se distingue no solo por la cantidad de cafeterías, sino también por la calidad y la diversidad de su cultura cafetera, que incluye tanto grandes cadenas como numerosos cafés independientes.
En el vibrante y experimental distrito de la antigua concesión francesa, cientos de estos cafés compiten entre sí, ofreciendo a los ciudadanos y visitantes una experiencia única que se combina con boutiques vintage y bares de cócteles.
Este fenómeno no es un caso aislado dentro de China.
De hecho, el aumento del consumo de café refleja un cambio más amplio en la cultura del consumo en el país, donde cada vez más jóvenes están dispuestos a explorar nuevos sabores e influencias globales.
La juventud china está adoptando un estilo de vida más cosmopolita y occidental, lo que les lleva a incorporar el café en su día a día, a menudo disfrutándolo en espacios diseñados con un enfoque estético similar al que se encuentra en ciudades como Melbourne o Sydney.
Para proporcionar un poco de contexto histórico, el té siempre ha ocupado un lugar central en la sociedad china, y su introducción en Occidente data del siglo XVII, cuando comenzó a ser apreciado por las élites europeas.
A pesar de la larga historia del té, la actual revolución del café en China indica un cambio dinámico hacia la modernidad.
Así, en esta metrópoli vibrante, el café está establecido como un símbolo del desarrollo urbano y un punto de encuentro para la interacción social.
En conclusión, aunque el té seguirá siendo un pilar de la cultura china, el ascenso del café en lugares como Shanghai señala una transformación en cómo se vive la vida urbana.
La interacción social en torno a una taza de café es cada vez más prominente, lo que refleja el deseo de la nueva generación de conectar tanto con lo local como con lo global.