Una pareja de Brooklyn transforma un charco en un inusual acuario, generando curiosidad y preocupación en la comunidad ante la llegada de visitantes y activistas.
En Brooklyn, Nueva York, un par de residentes de larga data se encontraron disfrutando del calor del verano la semana pasada, observando un charco de agua que se forma debido a una fuga de un hidrante.
Fue en ese momento cuando surgió una curiosa idea: crear un acuario improvisado.
Hajj-Malik Lovick, de 47 años y oriundo del vecindario Bedford-Stuyvesant, recordó: "Comenzamos a bromear sobre qué pasaría si le añadíamos peces".
Con el charco siempre lleno, decidieron convertirlo en algo más interesante.
Tras reforzar los bordes de la zona del árbol con piedras y ladrillos, compraron 100 peces dorados en una tienda de mascotas por unos 15 euros y los liberaron en el pequeño estanque.
La escena de estos diminutos peces nadando se convirtió rápidamente en una curiosidad para los vecinos, quienes apodaron a este lugar como "el Acuario de Hancock Street".
Sin embargo, la aparición de videos y artículos sobre el charco de peces atrajo la atención de funcionarios de la ciudad y generó críticas por parte de defensores de los derechos de los animales.
En la madrugada del miércoles, Emily Campbell y Max David, dos residentes del vecindario, iniciaron una misión de rescate.
Equipados con redes y bolsas de plástico, lograron sacar alrededor de 30 peces de las aguas que alcanzan apenas 5 centímetros de profundidad.
Aunque su misión fue motivada por el deseo de salvar a los peces de condiciones que consideraban inhumanas, esta acción ha desatado un intenso debate sobre la gentrificación en un barrio históricamente afroamericano, que ha visto en años recientes un aumento en la población de jóvenes residentes blancos.
"Soy muy consciente de la percepción que puede tener una persona blanca de clase media viniendo aquí y diciéndole a un hombre que ha vivido toda su vida en este vecindario que está haciendo mal las cosas", comentó Campbell, una apasionada de los peces que trabajó anteriormente en acuaponía.
"Entiendo esa preocupación.
Simplemente no quiero ver a 40 peces asfixiándose en el charco por sus propios desechos".
La joven de 29 años está trabajando en encontrar nuevos hogares para los peces rescatados, manteniendo algunos en acuarios dentro de su departamento.
Varios vecinos se han puesto en contacto con ella expresando su preocupación por los peces que aún permanecen en el charco.
"Sigo preocupada por el bienestar de los peces, pero me preocupa más la divisividad en la comunidad", declaró Campbell.
Este episodio resalta la complejidad de la dinámica social en Brooklyn, donde el arte de la adaptación y el cambio a menudo se encuentran con la resistencia de las comunidades históricas.
La situación de estos peces, que en esencia parecen ser un simple entretenimiento, revela las tensiones culturales y las preocupaciones por el trato a los animales en un contexto de cambio social.