El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, ha ordenado una investigación sin precedentes sobre los potenciales riesgos de seguridad que los vehículos inteligentes de China puedan representar para los conductores y la infraestructura estadounidense.
El presidente Biden ha expresado su preocupación por la posibilidad de que China esté utilizando los automóviles inteligentes para espiar a los conductores y la infraestructura estadounidense.
Esta situación ha llevado a Biden a lanzar una investigación sin precedentes sobre los posibles riesgos de seguridad para el sector automotriz de Estados Unidos.
El mandatario ha advertido que los fabricantes de automóviles chinos están buscando inundar el mercado con vehículos de alta tecnología que podrían recopilar información sensible para Beijing.
Por esta razón, ha ordenado a su departamento de comercio investigar los peligros de software fabricado en el extranjero, lo que podría llevar a restricciones en el uso de ciertos vehículos o componentes.
"La mayoría de los autos en la actualidad están 'conectados' - son como teléfonos inteligentes sobre ruedas", dijo Biden al anunciar la investigación.
"Estos vehículos están conectados a nuestros teléfonos, a los sistemas de navegación, a la infraestructura crítica y a las empresas que los fabricaron."
Los vehículos conectados de China podrían recopilar datos sensibles sobre nuestros ciudadanos y nuestra infraestructura y enviar estos datos de vuelta a la República Popular China.
Esta medida es el último intento de la Casa Blanca de proteger a Estados Unidos contra la creciente amenaza de ciberataques chinos.
Pero la recolección de datos no es la única preocupación, según funcionarios, ya que los vehículos conectados también podrían ser activados de forma remota o manipulados por actores malintencionados.
La investigación del departamento de comercio examinará los riesgos de seguridad nacional de los vehículos conectados que contienen tecnología de China y otros "países de preocupación".
Además, el presidente Biden busca reducir la dependencia de Estados Unidos de las importaciones chinas.
Esta iniciativa busca proteger la privacidad y seguridad de los ciudadanos estadounidenses, así como salvaguardar la infraestructura crítica del país de posibles amenazas externas.