El ex presidente sirio Bashar al-Assad se establece en Rusia, donde disfrutará de una vida llena de lujos y tranquilidad.
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Después de una exitosa huida de Damasco, el ex presidente sirio Bashar al-Assad se ha instalado en Rusia, donde parece haber encontrado un nuevo hogar repleto de lujos.
El viaje de Assad a la nación liderada por Vladimir Putin marca un capítulo inusual en la historia reciente, donde los antiguos aliados que una vez cooperaron con el Kremlin buscan refugio y seguridad tras ser derrocados en sus propios países.
Hasta ahora, Assad no ha sido visto públicamente desde su partida, pero se une a un grupo selecto de dictadores derrocados que han sido acogidos por el Kremlin.
Este grupo incluye a Viktor Yanukovych, ex presidente de Ucrania, quien ha vivido en Rusia desde que fue destituido durante la Revolución de Maidan en 2014.
Otro caso notable es el de Askar Akayev, quien se exilió a Moscú tras el levantamiento en Kirguistán en 2005.
Dmitry Peskov, portavoz del Kremlin, ha confirmado que aunque la decisión de conceder asilo a Assad fue aprobada por Putin, esto no se traduce en una cordial invitación a compartir una cena con el presidente ruso.
Peskov afirmó que "tales decisiones no pueden tomarse sin la aprobación del jefe de Estado". Sin embargo, se ha especulado que Assad podría no requerir mucho respaldo del gobierno ruso, dado que él mismo parece haber llegado a Moscú con una considerable cantidad de dinero, fruto de la corrupción y el saqueo en Siria, donde su régimen prácticamente devastó la economía del país.
Según estimaciones de la inteligencia estadounidense, la fortuna de la familia Assad está valorada en aproximadamente 1.5 mil millones de libras esterlinas (alrededor de 3.5 mil millones de euros), que incluye propiedades en Londres y Moscú. Reportes indican que la familia posee 18 apartamentos de lujo en el complejo City of Capitals de Moscú, uno de los rascacielos más altos de Europa. En este lujoso complejo, Assad será vecino de algunos de los empresarios más adinerados de Rusia, así como de hoteles de cinco estrellas, lo que demuestra el abismo entre su vida de exilio y la realidad que enfrenta su país de origen, sumido en crisis y pobreza.
Este exilio también plantea preguntas sobre el futuro de Siria. Mientras Assad disfruta de confort en su nuevo hogar, su nación sigue lidiando con los estragos provocados por una guerra civil que ha durado más de una década.
En el contexto global actual, donde las relaciones internacionales están marcadas por las alianzas cambiantes y los intereses económicos, la llegada de Assad a Rusia representa tanto una cuestión de supervivencia personal como un reflejo de las complejas dinámicas de poder que persisten en la región.