Sheikh Hasina renuncia después de 15 años en el poder y violentas protestas en el país.

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Dhaka: La primera ministra de Bangladesh, Sheikh Hasina, presentó su renuncia el lunes, poniendo fin a 15 años de gobierno, en medio de un clima de grave agitación social y tras numerosas manifestaciones que desafiaron un toque de queda militar.

Miles de manifestantes, descontentos con el establecimiento actual, asaltaron su residencia oficial, generando un escenario caótico en la capital del país.

Poco tiempo después de que la líder bajo asedio fuera vista abordando un helicóptero militar junto a su hermana, el jefe del ejército de Bangladesh, el General Waker-uz-Zaman, anunció su intención de pedir asesoría al presidente sobre la formación de un gobierno interino.

Este anuncio llegaba en un contexto donde la población demandaba urgentemente un cambio en la administración tras años de percepciones de corrupción y falta de respuestas a las necesidades sociales.

Hasina, que durante su mandato tuvo que enfrentarse a varios desafíos, se convirtió en una figura polarizadora.

A pesar de ser reconocida por sus esfuerzos en áreas como la educación y el desarrollo de la infraestructura, su gobierno también enfrentó críticas severas por la represión de la oposición y la violencia en respuesta a las manifestaciones.

Las protestas, que inicialmente comenzaron de manera pacífica cuando estudiantes exigieron la eliminación de un sistema de cuotas en los empleos públicos, rápidamente se transformaron en un desafío monumental al gobierno de Hasina y al partido Awami League.

El uso excesivo de la fuerza por parte de las autoridades resultó en casi 300 muertes, lo que intensificó la indignación ciudadana y las demandas de renuncia de la primera ministra.


El pasado domingo, informaciones de 'Prothom Alo', el diario bengalí líder en el país, reportaron que al menos 95 personas perdieron la vida durante los enfrentamientos en la capital, incluyendo a al menos 14 miembros de las fuerzas policiales.

Además, cientos más resultaron heridos en los violentos altercados.

La reacción del comando militar fue de intentar calmar la situación.

El General Waker-uz-Zaman hizo un llamado a la ciudadanía para que mantenga la calma durante este periodo incierto y prometió que se llevarían a cabo investigaciones sobre las muertes ocurridas durante las represiones.

“Mantengan su confianza en las fuerzas armadas.

Vamos a investigar todos los homicidios y a penar a los culpables”, fueron sus palabras.

Esta crisis se enmarca en un contexto político profundamente marcado por la historia de Bangladesh.

Desde su independencia en 1971, el país ha oscilado entre gobiernos democráticos y dictaduras militares, lo que ha llevado a una ciudadanía cada vez más exigente en cuanto a la transparencia y la rendición de cuentas de sus líderes.

La salida de Hasina, quien dejó un legado complicado, es un capítulo más en la turbulenta historia política del país.

La situación todavía es incierta mientras se aguardan las decisiones que tomará el ejército y el presidente, quienes han instado a la población a cooperar y evitar más violencia en las calles.

Bangladesh se enfrenta ahora al desafío de rehacer su futuro político, buscando un camino hacia la estabilidad tras años de conflictos y en una región donde los cambios políticos suelen incidir en la vida diaria de sus ciudadanos.