La entrenadora Bev Priestman se retira del partido inaugural tras sanciones por un escándalo de drones que involucra a miembros del equipo canadiense.

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La selección femenina de fútbol de Canadá enfrenta un comienzo complicado en su defensa del título olímpico, justo a dos días del inicio de los Juegos Olímpicos de París 2024. Este escándalo surge después de que dos miembros del equipo fueran enviados de regreso a casa tras ser acusados de utilizar un dron para espiar las tácticas del equipo de Nueva Zelanda durante una sesión de entrenamiento.

El escándalo estalló cuando Nueva Zelanda presentó una queja oficial, informando que un dron sobrevolaba su práctica el lunes pasado, lo que llevó a la Comisión Olímpica de Canadá (COC) a investigar la cadena de eventos que llevaron a esta situación.

En consecuencia, la entrenadora canadiense, Bev Priestman, decidió apartarse del banquillo durante el partido inaugural contra Nueva Zelanda, programado para este jueves.

La COC, en su declaración, afirmó que han implementado "sanciones y consecuencias" luego de revisar un incidente anterior, sucedido el viernes, donde otro dron también sobrevoló el entrenamiento del equipo neozelandés.

Bev Priestman defendió su decisión de alejarse del partido, afirmando que su programa "ha decepcionado al país" y que asumía la responsabilidad total como cabeza del equipo.

En una breve conferencia de prensa, expresó: "Mi reacción fue sentir que este programa ha dejado caer al país.

Por ello, tomé la decisión proactiva de hacer lo que creí correcto.

A pesar de los detalles, soy finalmente responsable de este equipo".

Mientras tanto, el análisis de las imágenes capturadas por el analista Joseph Lombardi reveló que las jugadoras de Nueva Zelanda estaban siguiendo las instrucciones de su entrenador.

Este incidente no es aislado, ya que en el pasado se han presentado situaciones similares, como el que ocurrió en 2021, cuando un dron interrumpió un entrenamiento de la selección masculina de Canadá ante Honduras.


Los efectos de esta situación son graves.

La FIFA ha abierto un procedimiento disciplinario contra la Asociación Canadiense de Fútbol, Priestman y los dos miembros del personal involucrados.

La COC también anunció que se realizaría una revisión externa para abordar la cultura de ética competitiva dentro de sus programas.

David Shoemaker, administrador de la COC, defendió la decisión de los sancionados y expresó su confianza en Priestman, quien negó tener conocimiento o participación directa en los hechos.

"La información y el material grabado permanecerán en manos del piloto del dron, y no se logró obtener la ventaja prevista", afirmó Shoemaker.

La intervención de ambas organizaciones ha llevado a una respuesta categórica del Comité Olímpico de Nueva Zelanda, que ahora pide que se le retiren los puntos a Canadá si ganan el partido, alegando que se ha comprometido la integridad del encuentro.

Michael Mayne, entrenador interino de Nueva Zelanda, expresó su decepción: "Estamos controlando lo que podemos controlar.

Es un sentimiento abrumador de desilusión que también sienten las jugadoras".

Por su parte, la Ministra de Deportes de Canadá, Carla Qualtrough, mostró su apoyo a las decisiones tomadas, subrayando que las reglas deben ser respetadas y que deben existir consecuencias por su violación.

En este sentido, el escándalo de drones en el fútbol canadiense destaca no solo un mal manejo interno, sino también la creciente importancia de la ética en el deporte moderno, donde la vigilancia y el espionaje pueden manchar la reputación de equipos y naciones enteras.

Esta situación pone de relieve desafíos significativos para el deporte en el contexto de los Juegos Olímpicos, donde la competición es feroz y la atención mediática es constante.