La diputada Niki Ashton solicita que los líderes del equipo femenino de fútbol de Canadá testifiquen sobre el escándalo de espionaje que ha conmocionado al deporte nacional.

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La controversia en torno al fútbol femenino en Canadá crece tras un escándalo de espionaje que ha puesto en entredicho la integridad del deporte.

La diputada del Nuevo Partido Democrático (NDP), Niki Ashton, ha presentado una moción para que los dirigentes del equipo femenino nacional de fútbol y de Canada Soccer comparezcan ante la Comisión de Patrimonio de la Cámara de los Comunes.

Ashton ha demandado la presencia de Bev Priestman, la entrenadora principal del equipo, así como de su asistente Jasmine Mander, el analista Joey Lombardi y el exentrenador de la selección masculina John Herdman.

La MP de Manitoba ha declarado: "No se trata solo de lo sucedido en los Juegos Olímpicos.

Esto afecta la reputación de Canadá en el fútbol y en el deporte en general".

Los hechos que desencadenaron esta situación apremiante se remontan a una reciente práctica en la que un analista de Canada Soccer fue sorprendido operando un dron para espiar el entrenamiento del equipo de Nueva Zelanda, justo antes del partido inaugural de las mujeres en los Juegos Olímpicos, celebrado el 25 de julio.

En ese partido, Canadá logró una victoria por 2-1.

La suerte del equipo nacional, no obstante, se vería afectada más tarde cuando la FIFA impuso una penalización de seis puntos, complicando considerablemente sus posibilidades de avanzar en el torneo.

Esta sanción se basó en evidencias de correos electrónicos entre el personal técnico de Canada Soccer, que sugieren que el uso de drones para espiar a los rivales no era una práctica aislada.

"Es algo que el analista siempre ha hecho, y sé que hay toda una operación en el lado masculino relacionada con esto.


Todos los equipos del top 10 lo hacen", esgrimió una de las comunicaciones remitidas por Priestman.

Las implicaciones de estos actos han llevado a una situación insostenible para el equipo, que se había presentado como los defensores del título olímpico tras su victoria en Tokio 2020.

"Los jugadores merecen respuestas.

Los canadienses merecen respuestas.

Eso es lo que busca esta moción", afirmó Ashton, enfatizando que la excelencia en el deporte no solo se mide por los logros, sino también por la ética y la transparencia.

El escándalo ha puesto de manifiesto la necesidad de que el fútbol femenino en Canadá recupere el rumbo, especialmente con la perspectiva de coorganizar la Copa Mundial de 2026 junto a Estados Unidos y México.

La presión aumenta, no solo sobre los responsables de las decisiones, sino también sobre la dirección futura que tomará el fútbol canadiense.

Por si fuera poco, el Comité Olímpico Canadiense tomó represalias enviando de vuelta a Priestman, Mander y Lombardi de los Juegos Olímpicos, y la FIFA posteriormente impuso una suspensión de un año a los tres, a lo que Canada Soccer no apeló. Las lecciones de este escándalo son claras: la integridad en el fútbol debe ser prioritaria si se quiere construir un futuro sólido en el deporte.

Con el Mundial a la vista, el deber de rendir cuentas también se eleva, y muchos esperan que esta situación lleve a un cambio significativo en la supervisión y prácticas de la organización.