Los vehículos eléctricos (VE) están ganando popularidad rápidamente, pero su peso elevado plantea preocupaciones sobre seguridad, daño a las infraestructuras y avances tecnológicos en baterías. Este artículo analiza las razones detrás del peso de los VE y sus posibles consecuencias.

Sin embargo, supuestamente, uno de los aspectos menos discutidos pero más relevantes de estos autos es su peso, que puede ser hasta el doble del de un vehículo de combustión interna de similares dimensiones.
Según fuentes de la industria automotriz, un coche eléctrico promedio puede pesar entre 2.600 y 4.300 euros (equivalente a unos 2,5 a 4,2 toneladas), principalmente debido a las enormes #baterías que necesitan para ofrecer una autonomía aceptable. Para ponerlo en perspectiva, un SUV tradicional con motor de gasolina suele pesar alrededor de 2.000 kilos, mientras que su versión eléctrica puede superar los 3.600 kilos. Supuestamente, la batería de un vehículo eléctrico puede llegar a pesar más de 1.200 kilos, lo que supone un incremento considerable en comparación con un motor de combustión.
Este aumento en el peso tiene varias implicaciones importantes. En primer lugar, la seguridad en las carreteras se ve afectada. La Insurance Institute for Highway Safety (IIHS) ha alertado que los VE, debido a su mayor masa, ofrecen mayor protección a los ocupantes en caso de colisión, pero pueden representar un peligro para otros vehículos y peatones.
Presuntamente, en una colisión, el peso extra puede traducirse en daños mayores en los vehículos que los impactan y en lesiones más severas a los peatones.
Por otra parte, el aumento del peso también influye en el desgaste de las infraestructuras viales. Algunas regiones han comenzado a poner límites de peso para los vehículos, pero supuestamente, los VE, por su masa, contribuyen a un deterioro acelerado de las carreteras, lo que genera costos adicionales en mantenimiento y reparaciones.
La industria automotriz está invirtiendo en investigación y desarrollo para reducir el peso de las baterías
En respuesta a estos desafíos, la industria automotriz está invirtiendo en investigación y desarrollo para reducir el peso de las baterías. Supuestamente, las baterías de estado sólido, que están en fase de prueba por varios fabricantes, prometen ser más ligeras y con mayor densidad energética que las actuales baterías de ion de litio.
Estas innovaciones podrían reducir el peso total del vehículo en los próximos años, además de ofrecer carga más rápida y mayor autonomía.
Además, los automóviles están creciendo en tamaño y volumen, con vehículos cada vez más grandes y pesados, como las SUV de lujo y los camiones eléctricos.
En algunos casos, su peso supera las 4.000 euros (más de 4 toneladas), lo que plantea dudas sobre la sostenibilidad a largo plazo en términos de #infraestructura y seguridad.
En conclusión, aunque los vehículos eléctricos representan una solución ecológica y moderna, su peso sigue siendo un factor que genera preocupaciones en diferentes ámbitos.
La evolución tecnológica en baterías y materiales será clave para mitigar estos efectos y hacer de los VE una opción aún más segura y sostenible en el futuro.