La Seguridad Social en Estados Unidos enfrenta un déficit proyectado de 21.000 millones de euros en 2034, lo que podría llevar a recortes en beneficios. Sin embargo, existen varias medidas que el Congreso podría implementar para garantizar la sostenibilidad del sistema y evitar reducciones drásticas en las prestaciones para los jubilados en los próximos años. Analizamos las opciones más viables y su impacto potencial.

La Seguridad Social en Estados Unidos ha sido durante décadas una de las principales fuentes de ingreso para millones de jubilados y trabajadores activos.
Sin embargo, en los últimos años, el sistema enfrenta una crisis financiera que, si no se toman medidas correctivas, podría derivar en recortes significativos en las prestaciones en aproximadamente una década.
Según datos del Congressional Budget Office, se estima que para el año 2034 el fondo fiduciario de la Seguridad Social se agotará, lo que provocará que los ingresos solo puedan cubrir alrededor del 77% de los beneficios programados, implicando un recorte del 23% en las prestaciones a partir de 2035.
Este problema no es exclusivo de Estados Unidos; en muchos países, el envejecimiento poblacional y la reducción de las tasas de natalidad han puesto en jaque la sostenibilidad de los sistemas de pensiones.
En EE.UU., la situación es agravada por las políticas fiscales y los cambios en el mercado laboral, que afectan los ingresos recaudados por impuestos específicos destinados a la Seguridad Social.
Para evitar que esta crisis se materialice en recortes masivos, el Congreso tiene varias opciones. Una de las propuestas más discutidas es la ampliación de la base de contribuyentes mediante la aplicación del impuesto a las ganancias por encima de ciertos límites.
Actualmente, solo los ingresos hasta 220.000 euros anuales (en moneda local, que en EE.UU. equivale a aproximadamente 200.000 dólares) están sujetos a la contribución del 6.2%. Sin embargo, incluir las ganancias superiores a esa cifra podría reducir hasta en un 60% el déficit proyectado para los próximos 75 años, según estudios de la Universidad de Maryland.
Otra medida sería incrementar gradualmente la tasa de contribución, que actualmente es del 6.2% para empleados y empleadores. Un aumento del 0.2% en la tasa anual durante los próximos seis años permitiría disminuir en aproximadamente un 15% el déficit a largo plazo. Este incremento sería relativamente moderado y tendría un impacto directo en los ingresos del sistema, ayudando a cubrir las futuras obligaciones.
Asimismo, elevar la edad de jubilación plena es otra estrategia con potencial para mejorar la sostenibilidad del sistema. En la actualidad, la edad de retiro completo está establecida en los 67 años para quienes nacieron en 1960 o después. Sin embargo, elevarla a 68 años para quienes cumplen 65 en 2033 podría reducir en un 15% la brecha financiera a 75 años, dado que las personas aportarían por más tiempo y recibirían beneficios en una etapa más avanzada.
Desarticulado un grupo organizado por fraude millonario a la Seguridad Social en Valencia
La Policía Nacional ha desmantelado una organización criminal en Valencia que estafaba a la Seguridad Social y residencias de personas mayores dependientes. Han sido detenidas tres personas y se investiga la posible implicación de más individuos. El fraude asciende a 1.150.334 euros.Por último, una reforma que también ha sido considerada es la modificación en el cálculo de beneficios para los altos ingresos. Actualmente, las pensiones se basan en las 35 mejores años de salario ajustados por inflación. Ajustar los puntos de referencia para los trabajadores con ingresos en el percentil superior permitiría reducir los beneficios en ese segmento, contribuyendo a la estabilidad del fondo.
Estudios indican que esta medida podría disminuir en un 11% el déficit a largo plazo.
En conjunto, estas cuatro políticas —ampliar la base de contribuyentes, aumentar gradualmente la tasa, retrasar la edad de jubilación y reducir beneficios para los más altos— podrían cubrir aproximadamente el 100% del déficit proyectado, evitando así la necesidad de recortes generalizados en los beneficios en 2035.
La clave será que los legisladores encuentren un equilibrio entre incrementar los ingresos y ajustar los beneficios, garantizando la sostenibilidad del sistema para las futuras generaciones.
Históricamente, la Seguridad Social fue creada en 1935 durante la Gran Depresión, con el objetivo de proporcionar un respaldo económico a los adultos mayores que no podían mantenerse por sí mismos.
Desde entonces, ha sido un pilar fundamental del bienestar social en EE.UU., pero su financiamiento ha tenido que adaptarse a los cambios demográficos y económicos del país. La experiencia de otros países, como Alemania y Canadá, demuestra que las reformas estructurales son necesarias para mantener la viabilidad del sistema de pensiones en medio de una población envejecida.
En conclusión, aunque el desafío es importante, las opciones existen y con una planificación adecuada, Washington puede evitar que millones de estadounidenses vean reducidas sus prestaciones en los próximos años, asegurando la continuidad de un sistema que ha sido un símbolo de protección social en el país durante casi un siglo.