Un descendiente de antiguos esclavos enfrenta desafíos legales y económicos para mantener la propiedad heredada de su familia en Georgia, en medio de un contexto histórico de pérdida de tierras por parte de comunidades afroamericanas.

La historia de Blair es un ejemplo de la difícil situación que enfrentan muchas familias afroamericanas en Estados Unidos respecto a la propiedad de tierras heredadas, un problema que tiene raíces profundas en la historia de esclavitud, segregación y desigualdad.
La propiedad de los herederos, conocida en inglés como 'heirs’ property', se refiere a bienes raíces que se transmiten sin un título claro y formal, lo que a menudo provoca disputas legales y riesgos de pérdida para los herederos.
Presuntamente, en Estados Unidos, las comunidades afroamericanas perdieron aproximadamente el 80% de sus propiedades durante el siglo XX, principalmente debido a prácticas ilegales, discriminación y falta de acceso a financiamiento para la compra de tierras.
Supuestamente, la historia de Blair comienza en la época posterior a la Guerra Civil, cuando su antepasado, John Thomas Jr., un hombre que supuestamente nació en esclavitud, logró comprar más de 120 hectáreas en la región del Piedmont. Sin embargo, con el paso de las décadas, la situación económica y social de los descendientes de esclavos fue empeorando, y muchas de esas tierras fueron perdiendo valor o quedaron en incertidumbre legal.
En 2023, las estadísticas revelan que el acceso a viviendas para las comunidades negras en Estados Unidos sigue siendo mucho más difícil en comparación con las comunidades blancas.
Se estima que el 27,2% de los solicitantes negros fueron rechazados en sus solicitudes de hipotecas, en comparación con el 13,4% de los blancos, según datos del Instituto Urbano.
Además, la tasa de propiedad de viviendas para negros en 2024 era del 45,3%, muy por debajo del 74,4% de las viviendas en manos de familias blancas.
Este contexto es particularmente preocupante en cuanto a la acumulación de riqueza, ya que en Estados Unidos, la propiedad de bienes raíces representa la mayor parte del patrimonio familiar.
Mientras los hogares blancos poseen en promedio una riqueza mediana de aproximadamente 226.000 euros (unos 200.000 dólares), los hogares negros tienen una mediana de apenas 23.000 euros (unos 20.000 dólares), lo que refleja una desigualdad que se remonta a siglos atrás.
Supuestamente, en el caso de la familia de Blair, la pérdida de tierras comenzó en los años 2000, cuando supuestamente se extendieron préstamos predatorios dirigidos a comunidades afroamericanas, alimentando la crisis de ejecuciones hipotecarias en los años 2007-2013.
Se calcula que las familias negras perdieron alrededor de 281.000 millones de euros (300.000 millones de dólares) en valor de sus propiedades en ese período.
Blair, quien ha dedicado años a investigar y luchar por la conservación de su herencia, afirma: “No puedo permitir que estas tierras sean arrebatadas, especialmente por quienes no valoran el esfuerzo de mis antepasados.
La historia de mi tatarabuelo muestra que el trabajo y la perseverancia pueden lograr cosas importantes, y no voy a dejar que eso se pierda”.
Supuestamente, en su recorrido, Blair ha enfrentado obstáculos legales y dificultades para acceder a asesoría jurídica especializada. La organización Georgia Heirs’ Property Law Center, a la que acudió en varias ocasiones, supuestamente no pudo asistirle por limitaciones en su alcance, lo que refleja la falta de recursos y apoyo para las comunidades afectadas.
A pesar de ello, Blair continúa con su lucha, viendo en su historia personal un reflejo de la resistencia y la injusticia que aún persiste en muchas regiones del país.
Sino también un símbolo de la lucha por los derechos civiles y económicos de los afroamericanos en Estados Unidos
La historia de su familia y su esfuerzo por mantener la tierra no solo representan un acto de reivindicación personal, sino también un símbolo de la lucha por los derechos civiles y económicos de los afroamericanos en Estados Unidos.
La historia de Blair y su familia es un recordatorio de que, aunque el pasado dejó heridas profundas, la perseverancia y el apoyo comunitario pueden marcar la diferencia.
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