A pesar del interés en la tecnología de hidrógeno, su implementación en vehículos de pasajeros en Europa enfrenta múltiples desafíos que limitan su crecimiento y viabilidad. La infraestructura, costos y competencia con otras tecnologías son los principales obstáculos.

Aunque supuestamente fue considerada una opción prometedora hace más de un siglo, y en 1807 François Isaac de Rivaz desarrolló un motor que funcionaba con hidrógeno, la realidad actual muestra un panorama completamente diferente.

Desde entonces, los vehículos de #hidrógeno han quedado en un segundo plano, desplazados por los vehículos eléctricos de batería (BEVs), que en la última década han experimentado un crecimiento exponencial en popularidad, #infraestructura y variedad de modelos.

Actualmente, en Europa, solo existen unos pocos modelos de coches de hidrógeno en el mercado, y todos ellos están muy limitados en disponibilidad y geografía.

Presuntamente, en países como Alemania y Reino Unido, la presencia de estaciones de carga de hidrógeno sigue siendo escasa, con menos de 100 estaciones en total, la mayoría concentradas en Alemania.

Comparado con las más de 350,000 puntos de carga eléctrica en toda la Unión Europea, la infraestructura para hidrógeno es casi inexistente.

Uno de los mayores obstáculos para la expansión de los coches de hidrógeno en #Europa es precisamente la infraestructura de suministro. Supuestamente, en 2025, las estaciones de hidrógeno distribuidas en Europa apenas alcanzaban las 100, y muchas de ellas operaban de manera intermitente o con limitaciones, generando preocupaciones sobre la fiabilidad del suministro.

La creación de una red de estaciones de hidrógeno requiere inversiones millonarias y una coordinación entre gobiernos, empresas de energía y fabricantes de automóviles, algo que todavía está en pañales en la región.

En términos de costos, los automóviles de hidrógeno continúan siendo significativamente más caros que sus equivalentes eléctricos o de combustión interna.

Presuntamente, un coche de hidrógeno de tamaño medio en Europa puede costar alrededor de 70,000 euros, mientras que un BEV con características similares puede encontrarse por unos 35,000 euros.

Transporte y almacenamiento del hidrógeno sigue siendo alto

Además, el costo de producción, transporte y almacenamiento del hidrógeno sigue siendo alto, y las estaciones de recarga, por su parte, requieren de tecnologías avanzadas y costosas.

En 2025, el precio del kilogramo de hidrógeno en Europa rondaba los 10 euros, lo que supone un gasto considerable para los conductores, especialmente dado que la mayoría de los vehículos de hidrógeno necesitan aproximadamente 5 a 6 kg para una autonomía de unos 600 kilómetros.

Otro factor que limita la adopción es la competencia con otras tecnologías emergentes. A diferencia de los años 2000, hoy en día los vehículos eléctricos de batería están siendo favorecidos por políticas públicas, incentivos económicos y una mayor conciencia ambiental.

La Unión Europea, por ejemplo, ha establecido metas ambiciosas para prohibir la venta de coches de gasolina y diésel para 2035, promoviendo la electrificación como la principal vía hacia la descarbonización del transporte.

A pesar de los esfuerzos de algunas empresas y gobiernos, los automóviles de hidrógeno enfrentan también desafíos tecnológicos y económicos. La producción de hidrógeno 'verde', es decir, generado a partir de energías renovables, aún representa apenas un porcentaje mínimo del total producido en Europa, y su costo es considerablemente alto en comparación con los combustibles fósiles.

Además, los vehículos de hidrógeno requieren de componentes especializados y costosos, y aún no existe un mercado lo suficientemente maduro que justifique una expansión rápida.

En el ámbito de las aplicaciones pesadas, los vehículos de hidrógeno parecen tener un futuro más prometedor. Presuntamente, en sectores como el transporte de mercancías y la logística, donde el tiempo de recarga y la autonomía son cruciales, el hidrógeno podría jugar un papel importante.

Empresas europeas de transporte están experimentando con camiones y trenes de hidrógeno, y algunos países ya están invirtiendo en infraestructura específica para estos fines.

En conclusión, aunque la tecnología de los coches de hidrógeno tiene potencial para contribuir a una movilidad más limpia, en Europa todavía persisten numerosos obstáculos que frenan su adopción masiva.

La infraestructura insuficiente, los altos costos y la competencia con otras tecnologías emergentes hacen que, por ahora, los vehículos eléctricos de batería continúen liderando la transición hacia un transporte más sostenible.