Una ola de juventud dispuesta a donar tiempo y talento, junto con un giro en la forma de financiar a las ONG, redefine el panorama filantrópico en Estados Unidos y ofrece pistas sobre el futuro de las organizaciones benéficas.
En Camden, Nueva Jersey, Cathedral Kitchen ha observado un incremento significativo en la participación de las nuevas generaciones: los voluntarios Millennials y Gen Z han crecido un 64% en los últimos años, según la directora de desarrollo Noreen Flewelling.
Este repunte se da en un contexto donde las organizaciones buscan adaptar sus estrategias para conectar con una generación que quiere ayudar de maneras distintas: con tiempo, habilidades y presencia física, además de las donaciones en dinero.
La situación de las donaciones monetarias entre las personas más jóvenes no es homogénea. Datos de Giving USA y de otros observatorios señalan que, aunque la generosidad sigue siendo una característica compartida por distintas cohortes, las generaciones mayores —Silent Generation y baby boomers— concentran aproximadamente el 70% de toda la donación individual.
Eso no significa que Gen X, millennials y Gen Z sean menos generosos en esencia, sino que sus hábitos de contribución son distintos y a menudo priorizan la acción directa y el impacto local.
Entre las razones que se señalan para una menor proporción de jóvenes que aporta dinero se encuentran un costo de vida elevado, deudas estudiantiles y una menor disponibilidad de empleos bien remunerados al inicio de la carrera.
Aun así, la generación más joven está abierta a nuevas vías de generosidad: donaciones a través de microacciones, comunidades de apoyo entre pares y proyectos de impacto inmediato pueden ser tan valiosas como una gran donación puntual.
La historia de las organizaciones también muestra un giro en la forma en la que se conectan con jóvenes donantes y voluntarios. En el caso de Ronald McDonald House, una red global que brinda vivienda y servicios a familias con hijos en tratamiento médico, se celebra un pasado de 50 años de apoyo comunitario.
Recientemente, la organización lanzó la campaña Family Stays para enfatizar las historias de familias que enfrentan crisis sanitarias y para atraer nuevos donantes mediante relatos auténticos.
Aunque Ronald McDonald House no está afiliada al gigante de comida rápida, McDonald’s es su impulsor histórico y sigue siendo un benefactor importante.
En cuanto a la participación deportiva y de recaudación, existen ejemplos notables: el equipo de maratón de Ronald McDonald House reunió a aproximadamente 1.400 corredores que recaudaron unos 3 millones de dólares este año, frente a unos 2 millones de dólares el año anterior. Traducido a euros con una tasa aproximada de 0,92, esa cifra representa alrededor de 2,76 millones de euros este año y unos 1,84 millones de euros el año pasado.
Estos números subrayan el potencial de la participación comunitaria para generar recursos significativos, especialmente cuando se combinan con campañas que destacan historias reales y el impacto directo en las familias.
Las ONG también están buscando formas de acercarse a los jóvenes a través de plataformas digitales. Las donaciones en línea, las apps y las herramientas de pago móvil —como las funcionalidades de redondeo en las apps de grandes empresas, PayPal y Venmo— facilitan que incluso pequeñas aportaciones recurrentes formen parte del portafolio de financiación.
La presencia de #voluntariado corporativo y de programas que permiten a empleados dedicar tiempo a causas sociales refuerza la idea de que la acción comunitaria puede coexistir con modelos laborales modernos y flexibles
Además, la presencia de voluntariado corporativo y de programas que permiten a empleados dedicar tiempo a causas sociales refuerza la idea de que la acción comunitaria puede coexistir con modelos laborales modernos y flexibles.
Analistas y líderes del sector señalan que la auténtica conexión con los jóvenes pasa por mostrar resultados tangibles y cercanos. Las iniciativas de recaudación entre pares, el testimonio de familias beneficiadas y el uso estratégico de redes sociales para compartir historias reales tienden a resonar más con una generación que busca impacto concreto y participación activa, no solo donaciones en abstracto.
Supuestamente, este cambio de paradigma podría traducirse en una financiación futura más diversificada y basada en el tiempo y el talento, no solo en el dinero.
Presuntamente, si las ONG logran mantener ese vínculo directo y transparente con los jóvenes, podrían sostener su capacidad de intervención social a pesar de un entorno económico desafiante.
