A pesar de las altas tasas de inflación en los últimos años, los estadounidenses están aprendiendo a convivir con la subida de precios. Diversas encuestas muestran una disminución en la percepción de inflación como principal problema financiero, aunque la preocupación por el aumento de los costos sigue presente. La economía y las políticas monetarias influyen en cómo la población percibe la situación económica actual.

Desde el comienzo de la pandemia en 2020, la economía estadounidense ha experimentado cambios drásticos, entre ellos una marcada subida en los niveles de inflación.

La inflación, que alcanzó máximos históricos en 2022 con tasas cercanas al 8%, ha ido disminuyendo progresivamente, situándose en torno al 2,3% en abril de 2025, según datos oficiales del Banco Central.

A pesar de estos datos positivos, la percepción de los consumidores sobre su situación económica y la inflación sigue siendo compleja y variada.

Históricamente, la inflación en EE.UU. no había sido un problema tan persistente desde la década de 1980, cuando la inflación anual alcanzó niveles similares a los de 2022. En esa época, las políticas monetarias estrictas del Banco de la Reserva Federal lograron reducir la inflación, un proceso que llevó varios años y que sirvió como referencia para las actuales estrategias de control de precios.

Diversas encuestas revelan que, en los últimos meses, la proporción de estadounidenses que consideran la inflación como su principal problema financiero ha bajado significativamente.

Por ejemplo, una encuesta de Gallup muestra que solo el 29% de los consumidores citan la inflación como su mayor preocupación en abril de 2025, frente al 41% en abril de 2024.

Esto indica que la población puede estar acostumbrándose a un escenario de precios crecientes o que ha encontrado formas de hacer frente a estos aumentos.

Sin embargo, otras investigaciones sugieren que la preocupación por los costos de vida no ha desaparecido por completo. Un sondeo de Ipsos reveló que en mayo, solo el 58% de los hogares estadounidenses reportaron que sus gastos eran mayores que hace un año, una caída respecto al 68% de febrero.

Por otro lado, una encuesta de CBS News indica que el 76% de los estadounidenses siente que sus ingresos no alcanzan para cubrir la inflación, lo que refleja una percepción de dificultad económica persistente.

La expectativa de inflación futura también se mantiene elevada. Un estudio de la Universidad de Michigan, actualizado a finales de mayo, estima que los estadounidenses esperan un aumento del 6,6% en los precios en los próximos doce meses, más del doble del pronóstico de hace un año.

Esta diferencia refleja la incertidumbre y la percepción de que, aunque la inflación ha bajado, sigue siendo un tema de preocupación.

El comportamiento del consumidor también ha sido notable. A pesar de los aumentos de precios, el gasto en los hogares ha continuado creciendo desde 2021, cuando la inflación comenzó a dispararse. La clave para comprender esto radica en que los consumidores han ajustado sus hábitos y expectativas, permitiendo que la economía continúe en expansión.

Sin embargo, algunos analistas advierten que esta tendencia puede cambiar si la inflación se mantiene en niveles elevados por más tiempo.

Desde una perspectiva histórica, el período de inflación descontrolada de 2021 y 2022 ha dejado una huella en la memoria colectiva. La experiencia de décadas atrás, en la que la inflación alcanzó tasas cercanas al 13% en 1980, sirvió para que las políticas actuales sean más agresivas y focalizadas en mantener los precios bajo control.

A nivel político, las percepciones varían según las afiliaciones partidistas. Los demócratas, por ejemplo, tienden a esperar mayores incrementos en los precios en comparación con los republicanos, según datos de la Universidad de Michigan.

Esto refleja la influencia de las políticas y las narrativas políticas en cómo los ciudadanos interpretan la economía.

Para que los estadounidenses puedan olvidar la preocupación por la inflación, los expertos señalan que sería necesario mantenerla en torno al 2%, con salarios que crezcan en paralelo.

Solo así, la percepción de los precios altos se reduciría, permitiendo que la economía se estabilice y que los consumidores recuperen la confianza.

En conclusión, aunque la inflación en EE.UU. ha bajado a niveles considerados saludables, la percepción de los consumidores aún refleja cierta tensión. La historia y las políticas monetarias muestran que la adaptación a estos cambios lleva tiempo, y que la economía requiere estabilidad para que la población pueda dejar atrás las preocupaciones por los precios.

La clave estará en mantener la inflación bajo control y fomentar un crecimiento salarial que permita a los estadounidenses sentirse más seguros respecto a su economía personal.