El debilitamiento del vórtice polar está provocando un descenso en las temperaturas en EE. UU. y un aumento en las facturas de electricidad, especialmente en hogares de bajos ingresos que luchan por mantener la calefacción. La demora en la asignación de fondos para ayuda energética agrava la situación durante el invierno.
Aunque normalmente está contenido por fuertes vientos, en los últimos meses ha debilitado su estructura, provocando que se tambalee y se extienda, dejando a muchas regiones bajo temperaturas excepcionalmente bajas.
Supuestamente, el vórtice polar actúa como una especie de tapón que mantiene el frío en las regiones árticas, pero cuando se debilita, permite que estas masas de aire gélido se desplacen hacia el sur, causando olas de frío extremo en Estados Unidos.
Este fenómeno ha sido responsable de varias olas de frío histórico, que han provocado nevadas intensas y temperaturas que en algunas áreas han llegado a -30°C, equivalentes a aproximadamente -22°F.
La historia del vórtice polar se remonta a décadas atrás, pero en los últimos años, su comportamiento ha sido más errático debido a los efectos del cambio climático, que contribuyen a alterar los patrones atmosféricos.
Mientras tanto, la llegada del invierno y la bajada de temperaturas han puesto en jaque a los sistemas de calefacción y a los programas de ayuda energética en el país.
Supuestamente, el Gobierno federal ha retrasado la distribución de fondos destinados a la asistencia en calefacción, conocidos como LIHEAP (Programa de Asistencia Energética para Hogares de Bajos Ingresos).
Aunque en años anteriores estos fondos se entregaban en octubre, en 2025 la llegada de los recursos se ha retrasado hasta finales de noviembre, generando preocupaciones entre las familias vulnerables.
Supuestamente, a causa de esta demora, muchas familias de bajos ingresos y adultos mayores están enfrentando dificultades para pagar sus facturas eléctricas, que en los meses más fríos tienden a subir considerablemente.
En el último año, el coste promedio de la electricidad en EE. UU. ha aumentado en un 34% respecto a 2019, y en algunas regiones, las facturas mensuales han alcanzado los 220 euros (unos 200 euros en 2024). La dependencia de la electricidad para la calefacción, que ha aumentado en los últimos años, hace que estos gastos sean aún más problemáticos durante los picos de frío.
Sino también a las políticas de inversión en infraestructura y a la creciente demanda de energía
Supuestamente, los altos costos energéticos no solo se deben a la inflación, sino también a las políticas de inversión en infraestructura y a la creciente demanda de energía.
La inversión en mejoras en la red eléctrica para resistir eventos climáticos extremos ha incrementado los costes, que presuntamente se transfieren a los consumidores.
Además, el aumento en el uso de centros de datos y la expansión de la movilidad eléctrica, con vehículos cada vez más populares, han disparado la demanda de electricidad.
Según datos del Departamento de Energía, el consumo de #energía de los centros de datos se ha triplicado en la última década y se espera que continúe creciendo exponencialmente.
Por otro lado, las políticas gubernamentales en los últimos años han influido en la oferta de energía. La administración anterior, supuestamente, favoreció a las industrias de carbón y gas natural, facilitando subsidios y permisos para nuevas plantas, lo que ha generado una mayor dependencia de combustibles fósiles.
Esto, en contraste con los esfuerzos de los gobiernos anteriores, que promovían las energías renovables, enfrentándose a obstáculos regulatorios y moratorias en varios estados.
Supuestamente, la combinación de estos factores ha contribuido a la subida de los precios de la electricidad, haciendo que muchas familias tengan que optar por reducir el uso de calefacción, incluso en condiciones que podrían ser peligrosas para su salud.
La escasez de fondos para ayuda energética agrava aún más esta situación, dejando a millones en una situación vulnerable.
