Los agricultores en Estados Unidos enfrentan un año complejo debido a la caída de precios de cultivos como maíz y soja, sumado al incremento en costos operativos. Se prevé que la situación tenga repercusiones en toda la economía rural y en el mercado de alimentos global.

Supuestamente, en algunas regiones, las pérdidas en la cosecha han alcanzado hasta un 25% debido a eventos climáticos extremos, como inundaciones que afectaron las tierras de cultivo en la primera mitad del año.
que pertenece a la quinta generación en la #agricultura familiar
La situación ha sido especialmente difícil para agricultores de generaciones, como Bailey Donner, quien administra una granja en Arkansas. Donner, que pertenece a la quinta generación en la agricultura familiar, comenta que la situación actual es la más difícil que ha enfrentado en toda su vida.
Históricamente, la agricultura en #Estados Unidos ha sido un pilar de la economía nacional, pero en los últimos años ha atravesado por ciclos de abundancia y escasez.
La tendencia actual, sin embargo, es preocupante. La Administración de Agricultura de EE. UU. (USDA) proyecta que la cosecha de soja de 2025 será récord en volumen, pero los precios están aproximadamente un 40% por debajo del pico alcanzado en 2022.
En el caso del maíz, los precios han caído cerca de un 50%, aunque la producción también se espera que sea histórica.
Supuestamente, estos bajísimos precios se deben en parte a que los agricultores han tenido que competir en un mercado saturado, donde las cosechas récord han reducido los márgenes de ganancia.
Además, los costos de insumos esenciales, como semillas, fertilizantes, pesticidas y maquinaria, permanecen en niveles cercanos a los máximos históricos.
La combinación de estos factores ha llevado a una situación en la que muchos agricultores apenas logran cubrir sus gastos básicos.
Según expertos, la crisis no solo afecta a los productores, sino que también puede tener efectos en toda la cadena alimentaria. La reducción en la inversión en maquinaria y en mejoras en las granjas puede traducirse en una menor oferta de productos agrícolas en el mercado internacional y, en consecuencia, en una posible escalada de precios en los supermercados.
Presuntamente, las tensiones comerciales también agravan la situación. China, que importa aproximadamente el 60% de la soja mundial, ha reducido sus compras a EE. UU. en favor de Brasil, debido a disputas comerciales y a la incertidumbre sobre las futuras relaciones comerciales. Los agricultores estadounidenses temen que sin un acuerdo con China, sus exportaciones sigan disminuyendo, afectando aún más sus ingresos.
Supuestamente, el gobierno de EE. UU. ha anunciado un paquete de subsidios por valor de más de 55 mil millones de euros para apoyar a los agricultores durante los próximos diez años. Sin embargo, estos fondos no estarán disponibles hasta finales de 2026, lo que genera preocupación entre los productores sobre cómo podrán sobrellevar este período de crisis.
Mientras tanto, las organizaciones agrícolas presionan para que se eliminen barreras comerciales y se negocien nuevos acuerdos que favorezcan las exportaciones.
Algunas voces sugieren que, en el escenario actual, la ayuda temporal y los subsidios serán clave para evitar que una posible crisis agrícola se convierta en una catástrofe social y económica en las zonas rurales.