Barbora Krejcikova se consagra en Wimbledon, dando una nueva victoria al tenis checo en un torneo de Grand Slam.
Los torneos de Grand Slam tienen sus caprichos.
Es como que toman vida propia.
Y lo mismo ocurre con las finales de estos cuatro torneos grandes.
Parece, para trazar una comparación, que el tenis por estos días se mimetiza con la imprevisibilidad de la meteorología.
Porque hay cambios tan repentinos que muchas veces no entran en los pronósticos.
Jugadores con carreras que tardan mucho tiempo en tomar el impulso esperado y que de golpe irrumpen y consiguen resultados que no están en los planes de nadie.Es el caso de la checa Barbora Krejcikova, cuando accedió a la final de Roland Garros en 2021 y terminó ganando el título siendo realmente una sorpresa y dándole al tenis checo, del que ya vamos a hacer mención, un logro más.
Lo propio ocurrió con la italiana Jasmine Paolini, cuya historia es fascinante.
Tiene 28 años, pero en sus primeros intentos por clasificar para los torneos de Grand Slam sólo había accedido una vez en 11 oportunidades.Pero hay más: hasta este 2024 sólo había podido pasar, como máximo, a segundas rondas.
Sin embargo, esta temporada se convirtió en la abanderada de los humildes porque, fruto del trabajo, de no bajar los brazos y de la confianza en sus posibilidades y cualidades, el tenis le tendió una mano y primero accedió a los octavos de final de Australia y más tarde fue figurita repetida en las definiciones de Roland Garros y Wimbledon.
Se trata de un proceso difícil de analizar, casi tanto como entender cómo logró aclimatarse a las alturas y a esa subida tan vertiginosa.De haber ganado, Paolini se habría convertido en la jugadora de menor estatura en ganar un Grand Slam.
Pero, tal como le sucedió hace unas semanas en París, del otro lado estuvo una rival que lució inspirada.
Krejcikova mostró que el tenis checo sigue más que vigente desde los tiempos de Martina Navratilova.
La gran Martina, claro, no estuvo sola: Hana Mandlikova fue otro emblema de esa escuela.
Y también la inolvidable Jana Novotna, quien casualmente resultó una inspiración para la flamante campeona de Wimbledon.
Es que su época de junior, cuando lucía desorientada con su carrera, se transformó en una consejera que no sólo le abrió un nuevo camino, sino que le terminó dando las herramientas necesarias para que se consagrara campeona en torneos grandes en dos superficies distintas.Krejcikova fue la clara protagonista de la final porque al ganar diez de los once primeros puntos marcó una tendencia y mostró que ella tenía claramente un plan de juego.
¿Cuál era? No dejar que Paolini se asentara en la cancha.
La idea era no dejarla respirar, no darle la posibilidad a que comenzara a distribuir el juego desde el fondo.
Porque la italiana, a su juego aguerrido, le agrega una dosis de coraje y eso le permite manejar y mover la pelota para quitarle tiempo a su rival.Eso fue lo que Paolini logró conseguir en el segundo set.
Valencia acogerá el campeonato mundial de tenis Sub-16: Copa Davis Junior
Valencia será la sede del campeonato mundial de tenis Sub-16, la Copa Davis Junior, del 1 al 4 de agosto. Tres jugadores valencianos forman parte del equipo español. El torneo se llevará a cabo en el CM Valencia Tennis Center.Su espíritu de lucha, como ella dice producto de esa sangre mezclada -abuelo de Ghana, madre polaca-danesa y papá italiano- le dieron la posibilidad de incomodar a su rival.
Porque si bien estaba abajo en el marcador, el mensaje que mandaba era que no se veía afectada por desventaja y que la tendencia del partido podía cambiar en cualquier momento.La italiana se mostraba preparada para revertir la batalla.
Y eso fue lo que ocurrió cuando Krejcikova sintió que Paolini seguía muy firme.
La checa tuvo algunas desconexiones y eso ayudó a que la final se decidiera en un dramático tercer set.
Entonces parecía que Paolini tenía todo para completar la remontada y entrar en la historia.
Sin embargo, Krekcikova mostró su temple, pero sobre todo su juego.
La potencia de su drive cruzado y las variantes con su slice le permitieron mantener a raya su revés, que no se le fue de parámetros, y así logró construir una nueva gran victoria, tal como lo había conseguido hace tres años en Roland Garros.Lo cierto es que el tenis checo vuelve a tener una representante en lo más alto del mundo como en los tiempos de Navratilova, Mandlikova o Novotna.
Incluso, más acá en el tiempo, con Petra Kvitova.
No es casualidad que entre las mejores cincuenta del mundo del ranking haya siete jugadoras checas.
Hablar del tenis de ese país también es hablar de tenistas varones notables como Miroslav Mecir, Karel Novacek, Tomas Berdych y ni qué hablar de Ivan Lendl.
Ese tenis depurado, con grandes sacadores, jugadores versátiles y con mucha movilidad.Puños en alto para Krejcikova, campeona de Wimbledon.
Foto: EFESi uno busca una razón que explique tan buen tenis en un país tan pequeño no hay otra que emparentarlo con la formación del tenis ruso.
Es una escuela que tiene mini tenis muy estricto, con un aprendizaje en etapas iniciales muy rígidas en cuanto a los parámetros técnicos.
La obediencia técnica es por aquellas latitudes una de las grandes primeras leyes a las que cualquiera que ose empezar ese deporte se tiene que acomodar.
El tenis checo tiene, además, la capacidad de adaptarse a una superficie muy rápida porque sus condiciones climatológicas lo obligan a jugar bajo techo durante mucho tiempo, así como también en el verano el polvo de ladrillo es una manera de encontrar la vida que muestra con ese tenis, insisto, que parece duro, que parece encasillado, pero que técnicamente tiene una enorme variedad y que, por sobre todas las cosas, tiene un equilibrio entre la ofensiva, la contención y el ataque, y en esa armonía se consiguen y se seguirán consiguiendo no solamente grandes logros en los cuatro grandes sino también en el circuito durante todo el año.Lo cierto es que Wimbledon vivió una final femenina inédita con una definición dramática, tal como lo demanda la historia de esta Catedral de tenis.