El US Open se caracteriza por su ambiente vibrante y caótico, lo que genera distintas reacciones entre los jugadores. Desde los que disfrutan del ruido hasta quienes prefieren el silencio, la realidad del torneo en Nueva York es diversa y llena de historias.

Para muchos tenistas, este Grand Slam representa la culminación de la temporada, un lugar donde el #ambiente bullicioso y la presencia constante de los aficionados crean una experiencia incomparable en el mundo del deporte.
Algunos jugadores, como Frances Tiafoe, Madison Keys o Ben Shelton, encuentran en ese caos una fuente de motivación y adrenalina.
Tiafoe, una de las caras más carismáticas del circuito, ha declarado en varias ocasiones que se desenvuelve bien en entornos en los que se respira intensidad y ruido.
Para él, las tribunas ruidosas, las músicas de fondo y el movimiento constante hacen que el torneo sea más vivo y emocionante. Esto contrasta con las canchas de otros torneos, como Wimbledon o Roland Garros, donde el silencio y el respeto predominan, generando un ambiente más sobrio y controlado.
El torneo en Nueva York, por su parte, suele abarrotar el Estadio Arthur Ashe con más de 23.000 espectadores en cada jornada, una diferencia notable respecto a otros Grand Slams. La presencia de aviones sobrevolando, olores variados desde la comida hasta marihuana, y la constante actividad urbana que rodea el complejo de la USTA, hacen que cada partido sea una experiencia sensorial completa.
El caos, en ocasiones, llega a afectar el desarrollo de los partidos. Durante el encuentro entre Daniil Medvedev y Benjamin Bonzi, por ejemplo, se registró un retraso de más de cinco minutos debido a los abucheos y gritos de la multitud, que estaban motivados por una decisión del árbitro.
Medvedev, campeón en 2021, expresó su frustración por la situación. Comentó que, en ocasiones, intenta controlarse y que los aficionados pueden ser difíciles de manejar: “Les pedí que se detuvieran, que pararan, pero no hicieron caso.
Pensé que sería mejor controlarlos, pero no querían parar, así que no puedes hacer nada más”.
Este ambiente vibrante y caótico no es exclusivo del público. Los propios jugadores han admitido que, aunque no todos disfrutan del desorden, muchos aprenden a adaptarse con el tiempo. La exjugadora Monica Seles, campeona en 1991 y 1992, afirmó que “simplemente te adaptás a eso”, reconociendo que el estrés y el ruido forman parte de la experiencia del US Open.
Por ejemplo, Aryna Sabalenka, actual número uno del mundo y defensora del título, confesó que al principio le resultaba “muy confuso” el ambiente, pero que con el tiempo aceptó el carácter particular del torneo.
Sin embargo, otros como Adrian Mannarino sienten que el entorno puede volverse agotador: “En mis 20 años, disfrutaba mucho, pero ahora me cuesta más concentrarme en medio de tanto ruido y olores variados, como el de la marihuana, que está muy presente en la ciudad y que a veces invade la cancha”.
El #US Open abraza la informalidad y el bullicio
A diferencia de Wimbledon, donde los espacios son más silenciosos y respetuosos, y donde el público mantiene cierta reserva, el US Open abraza la informalidad y el bullicio.
La artista y jugadora Emma Navarro comentó que “este Grand Slam se ve más casual y bullicioso”, lo que hace que el torneo tenga un carácter único en el calendario tenístico.
El caos, además, también se refleja en detalles como la música que suena en las tribunas. La música de fondo, incluyendo artistas como Rihanna, ayuda a crear una atmósfera distinta, que a algunos jugadores les resulta inspiradora y a otros, un desafío adicional.
Shelton, por ejemplo, dice que “el caos es una especie de paz para mí”, considerando que otros tenistas prefieren ambientes más tranquilos para concentrarse.
Pero no todos los jugadores se sienten cómodos con esta vorágine. La retirada Agnieszka Radwanska, que siempre destacó por su juego meticuloso y concentrado, reconoció que todo ese alboroto puede resultar agotador, especialmente en partidos largos.
La realidad en Nueva York también ha generado críticas por cuestiones como el olor a marihuana en las calles cercanas al complejo, una problemática que afecta en menor o mayor grado a los deportistas.
El escenario urbano de Manhattan, con sus calles llenas de vida, tráfico y olores diversos, influye en la experiencia del torneo. Caspar Ruud, finalista en 2022, comentó que el olor a marihuana en algunas esquinas le resulta molesto. La ciudad ha permitido el consumo recreativo desde 2022, y su proximidad al Corona Park hace que la presencia de esta sustancia sea inevitable para muchos visitantes.
Asimismo, otros jugadores optan por alejarse del bullicio alojándose en lugares más apartados para poder mantener su concentración. La italiana Elisabetta Cocciaretto, que sorprendió en Wimbledon y participa en su primera edición en Nueva York, destacó la importancia de separarse del “caos” para mantener la claridad mental.