El club cordobés se quedó a las puertas de la gloria, a pesar de la emotiva despedida de sus jugadores ante los aficionados.
El final de temporada para Talleres de Córdoba dejó una huella profunda, evidenciada por la imagen conmovedora de los futbolistas llorando en la cancha, rodeados por el apoyo incondicional de casi 60.000 aficionados que aplaudían la entrega y el esfuerzo de su equipo.
La derrota ante Newell's, con un marcador de 3 a 1, fue un duro golpe que marcó el desenlace de un sueño que parecía alcanzable.
La jornada en el Estadio Mario Kempes comenzó con una atmósfera festiva.
La presencia de figuras históricas del club en las gradas y el presidente Andrés Fassi visiblemente emocionado en el terreno de juego elevaban las expectativas.
La ilusión de consagrarse campeones por primera vez en la historia del club estaba en el aire.
Sin embargo, la realidad se tornó sombría con el primer gol de Claudio Aquino del Vélez, lo que dejó a Talleres en una situación complicada ya que dependían de un resultado favorable de Huracán, que nunca llegó.
A medida que el partido avanzaba, el efecto del segundo gol de Velez, anotado por Damián Fernández, fue un golpe casi mortal para las aspiraciones de Talleres.
En ese momento, el estadio se sumió en un silencio pesado, y los jugadores se sintieron adormecidos ante la magnitud del 2-0, mientras se percibía una creciente ansiedad en las gradas.
El equipo local no logró mantener su enfoque en el juego, pues estaban demasiado pendientes de lo que ocurría en el partido de Vélez.
Esto les llevó a desconectarse del encuentro y, aunque lograron contener a su rival hasta el descanso, la situación se complicaba enormemente.
Las pocas acciones ofensivas de Talleres se redujeron a un disparo de Matías Esquivel que fue bien controlado por el joven portero Josué Reinatti.
Es probable que el ambiente en el vestuario durante el medio tiempo haya sido tenso y desilusionado, dado el marcador adverso.
Al salir, los jugadores de Talleres se mostraron apáticos, mientras que Newell's llegó con una energía renovada.
El ingreso de Francisco González fue determinante para el equipo rosarino, concretando el primer gol y brindando asistencias para que Agustín Juárez y Juan Manuel García aumentaran la cuenta, sellando una victoria contundente para la Lepra.
A pesar de que Sebastián Palacios anotó un gol para Talleres, la falta de noticias positivas de Vélez mantuvo la tristeza reinante.
No obstante, el club de Córdoba se despidió del torneo con el reconocimiento y los aplausos de su ferviente hinchada, que valorizó la lucha y el esfuerzo de sus jugadores a lo largo de la temporada.
Este cierra una etapa que fue marcada por la esperanza, el trabajo duro y las emociones a flor de piel, y deja al club con la esperanza de buscar nuevas oportunidades en el futuro.