Un conflicto en Rosario mantiene en vilo a las instituciones deportivas tras sancionar a seis niños de 9 años por tomarse una fotografía con Ignacio Malcorra, jugador de rival club. La situación ha generado opiniones encontradas acerca de la protección de los menores y las decisiones tomadas por las entidades.

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La polémica que ha envuelto a los clubes de Rosario en los últimos días gira en torno a la sanción a seis niños de 9 años que forman parte de las categorías infantiles de Newell's Old Boys.

La medida fue tomada después de que estos menores se fotografiaran con Ignacio Malcorra, jugador de Rosario Central, en un episodio que ha generado controversia tanto por las formas como por las motivaciones detrás de la misma.

Según testimonios de los padres afectados, las sanciones no parecen haber sido un paso dirigido a proteger a los niños, sino más bien una decisión que afecta de manera profunda su bienestar emocional y su participación deportiva.

Uno de los padres declaró en una entrevista que, tras el incidente, su hijo decidió no volver a jugar en Newell's, expresando: "Mi hijo nunca más va a poner un pie en el club".

Reconoció además que la última actividad en la que participó en el club fue durante una Semana Santa, en un torneo solidario contra Defensores de Funes, donde casualmente jugó el hijo de Malcorra.

El episodio ocurrió en un momento en que los pequeños estaban disfrutando de una jornada de fútbol y diversión, como cualquier niño que admira a un jugador profesional.

Sin embargo, las reacciones no se hicieron esperar y rápidamente se comunicaron con los padres para convocar a una reunión de emergencia con los responsables de la coordinación del club y de la escuela de fútbol Malvinas.

La versión oficial del club expresó que la medida fue tomada para calmar los ánimos tras el revuelo y evitar una movilización de hinchas de Newell's que, en algunos casos, habían amenazado con protestas y manifestaciones.

Por su parte, el padre que decidió mantener su identidad en el anonimato, aseguró que la sanción fue decidida de antemano y sin consultar a los padres, quienes se enteraron de la medida solo después de que ya había sido tomada.

También afirmó que les quitaron la beca a los niños, una sanción que considera desproporcionada e injusta, y que en su caso, su hijo dejó de jugar en el club de manera definitiva para proteger su integridad emocional.

Desde la institución, el coordinador Carlos Panciroli justificó la decisión, afirmando que la sanción consistió en la suspensión de la beca y que fue una medida consensuada con los padres, quienes supuestamente estaban de acuerdo con la misma.

Antoneto añadió que la orientación era evitar que cosas similares se repitan y que los niños aprendan a respetar la camiseta, el escudo y los valores del club.

Además, el presidente del club, Ignacio Astore, intentó ofrecer una explicación más institucional, señalando que la decisión no fue para castigar sino para prevenir alteraciones físicas y psicológicas en los niños o en las familias.

Astore explicó que, ante la viralización de la foto y las amenazas recibidas, se optó por medidas precautorias, como hacer que los menores no entrenaran durante un tiempo.

Sin embargo, aseguró que no existió sanción formal y que los niños siguen siendo parte del club. A pesar de ello, los padres afectados discrepan y sostienen que las sanciones son exageradas y que la verdadera causa ha sido la exposición mediática del incidente.

Este conflicto refleja las tensiones existentes en el fútbol infantil argentino, donde los valores deportivos y la protección de los niños a veces entran en colisión con las presiones sociales y las reacciones públicas.

Históricamente, las instituciones deportivas suelen proteger la imagen del club por encima del bienestar de los menores, lo que ha generado debates en el país sobre las políticas internas y la importancia de priorizar a los niños en estos contextos.

En definitiva, la situación en Rosario evidencia un episodio que ha abierto un proceso de reflexión sobre cómo se manejan las sanciones en el fútbol infantil, el papel de los padres, los clubes y las autoridades, y la necesidad de encontrar un equilibrio que respete los derechos de los niños sin sacrificar sus emociones ni su desarrollo integral.