El escándalo de Donald Sterling, ex dueño de los Clippers, marcaría un antes y un después en la NBA tras ser expulsado de la liga por comentarios racistas.

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Donald Sterling se consideraba un magnate en California, al menos en parte lo era.

En 1982, adquirió el Buffalo Braves, una franquicia casi anónima de la NBA, por 11,5 millones de euros.

A pesar de su falta de identidad, el equipo se mudó a California y pasó a llamarse Los Angeles Clippers.

Sterling, quien era el propietario de una extensa gama de bienes raíces en Los Ángeles, era reconocido por tener un imperio inmobiliario que alcanzaba el 50% de la ciudad, lo que provocó cambios en la legislación sobre control de alquileres en California.

A pesar de su creciente fortuna, que en 2022 alcanzó los 3.700 millones de euros según Forbes, su vida dio un giro drástico.

El punto de inflexión llegó en 2010, durante el Super Bowl, cuando Donald Sterling, entonces de 76 años, conoció a V Stiviano, una mujer que más tarde cambiaría su vida, y no de la mejor manera.

En ese periodo, Stiviano, cuyo nombre real era María Vanessa Pérez, había comenzado a trabajar para él y se convirtió en su asistente personal y confidente.

Pronto, recibe múltiples regalos lujosos: un dúplex valorado en 1,5 millones de euros en Beverly Hills, carteras de lujo y coches como una Ferrari y dos Bentley.

Era el ideal de una vida opulentamente superficial.

Sin embargo, todo lo que parecía ser un cuento de hadas terminó en caos.

En 2014, una grabación de una conversación entre Sterling y Stiviano, donde se pronunciaban comentarios profundamente racistas, fue filtrada por el sitio TMZ, desencadenando una ola de indignación que resonó no solo en la NBA, sino en el mundo entero.

En esta grabación, Sterling expresaba su molestia sobre que su amante posara con personas afroamericanas, lo que suscitó el repudio generalizado de jugadores, entrenadores y fanáticos.


El entonces comisionado de la NBA, Adam Silver, quien había asumido el cargo apenas unos meses antes, se enfrentó a su mayor desafío.

Con el respaldo de jugadores como LeBron James y Stephen Curry, quienes pidieron un boicot a los juegos en solidaridad con los compañeros de equipo de Sterling, el comisionado optó por despojar a Sterling de su franquicia y lo expulsó de por vida de la liga.

Sterling, quien durante años había sido visto como una figura controvertida en el deporte, se convirtió en el símbolo del racismo en el baloncesto y en uno de los hombres más odiados de Estados Unidos.

En este sentido, se llevó a cabo la subasta de su franquicia, resultando en una oferta de 1.650 millones de euros del ex CEO de Microsoft, Steve Ballmer, quien tomó las riendas del equipo.

Tras su expulsión, Shelly, la esposa de Donald Sterling, se posicionó para tomar el control del equipo, utilizando la situación a su favor.

Culminó con una demanda contra Stiviano, exigiendo la restitución de los regalos que Sterling le había dado, lo que representó una humillación adicional para Donald.

Los Angeles Clippers, que durante años estuvieron marcado por la sombra del escándalo y bajo el mando de una administración frágil, comenzaron a ver un cambio con la nueva dirección de Ballmer, pero la marca de Sterling siempre será recordada.

Hoy, a diez años de esta revuelta, la NBA sigue lidiando con las repercusiones de los escándalos y las luchas por igualdad y justicia que emergieron de estas controversias.