El sorteo del Mundial 2026 ha colocado a Argelia y Austria en el mismo grupo, evocando viejas heridas por su polémico enfrentamiento en 1982 y abriendo una oportunidad de redención para ambas selecciones en una cita que promete ser marcada por historias de pasado y presente futbolístico.
La coincidencia de estas selecciones en la fase de grupos no solo significa un encuentro deportivo, sino también trae a la memoria uno de los episodios más polémicos y controvertidos que se recuerdan en la historia del fútbol mundial: el enfrentamiento en 1982 en Gijón, España.
Este incidente, conocido como “La Desgracia de Gijón”, ocurrió el 25 de junio de aquel año en el estadio El Molinón. Alemania Federal y #Austria disputaban un partido decisivo cuyo resultado benefició a ambos, en un pacto tácito que dejó en evidencia la manipulación de los resultados y dañó la integridad del deporte.
La escena fue escandalosa; las acciones deliberadas de los jugadores, los goles fingidos y la falta de intensidad en la disputa fue una muestra de que el fútbol en aquel momento había sido secuestrado por intereses oscuros.
El partido terminó con un resultado de 1-0 a favor de Alemania, con un gol de Horst Hrubescha, y con Austria clasificando para la siguiente fase, mientras que #Argelia quedó eliminada tras haber hecho historia con una victoria ante Alemania.
Sin embargo, el escándalo fue tan grande que la FIFA tuvo que intervenir para modificar sus reglamentos, instaurando la obligatoriedad de jugar los partidos decisivos en horarios simultáneos a partir de México 1986, de modo de evitar futuras manipulaciones.
Argelia, entonces, vivió aquel torneo con sentimientos encontrados. Liderada por Rabah Madjer y con un colectivo que despertó admiración, lograron vencer a Alemania y Chile, pero aquella derrota forzada en Gijón dejó una huella profunda.
La percepción de que un árbitro, o una alianza entre dos países, podían decidir los resultados, afectó la percepción del torneo y la integridad del deporte.
Austria también carga con aquella polémica
Por su parte, Austria también carga con aquella polémica. Aunque fue beneficiada en aquella ocasión, las imágenes de su equipo jugando sin convicción y realizando pases sin intención ofensiva marcaron una mancha en su participación mundialista.
Hoy, con un equipo renovado y con una historia que necesita cerrar heridas, Austria busca demostrar en 2026 que su lugar en el fútbol internacional se consolidado en el esfuerzo y la calidad, no en escándalos.
El regreso de estas selecciones a un mundial representa una valiosa oportunidad para sanar viejas heridas y dejar atrás las sombras del pasado. La historia de 1982 en Gijón fue un golpe durísimo para la credibilidad del torneo, pero también sirvió para que las instituciones futbolísticas tomaran medidas para garantizar la transparencia.
Desde entonces, la FIFA ha implementado normativas para asegurar que los partidos capitales se disputen en iguales condiciones y en horarios simultáneos.
En la actualidad, tanto Argelia como Austria enfrentan un presente distinto, con equipos renovados y con ganas de reivindicación. La expectativa en torno a su enfrentamiento en 2026 ha crecido, no solo por la calidad futbolística que ambas selecciones puedan brindar, sino también por el simbolismo que representa: un país buscando limpiar su nombre y un equipo que quiere hacer historia en una copa del mundo sin sombras ni manipulaciones.
Históricamente, los mundiales siempre han sido escenario de grandes historias, desde las gestas deportivas hasta las polémicas que han marcado época.
La edición de 1982 en España fue sin duda una de las más recordadas, no por quién ganó o perdió, sino por la mancha de corrupción que oscureció su desarrollo.
