El encuentro entre Atlético Madrid y Real Madrid se vio interrumpido por la reacción del público tras un gol del club blanco.

El Estadio Metropolitano se convirtió en un escenario de tensiones el pasado sábado, al alcanzar un récord de 70.112 aficionados en las gradas durante el tan esperado derbi entre Atlético de Madrid y Real Madrid.

Este enfrentamiento, que desde su inicio se caracterizó por un juego tenso y más defensivo que ofensivo, se transformó rápidamente en un episodio tumultuoso tras el gol que abrió la cuenta.

Eder Militao, defensa del conjunto blanco, anotó el primer tanto del partido, lo cual desató la ira de los aficionados locales.

El arquero del Real Madrid, Thibaut Courtois, quien tiene un pasado en el Atlético, celebró el gol de forma efusiva frente a los seguidores colchoneros.

Esta celebración provocó una avalancha de objetos lanzados desde las gradas hacia el terreno de juego, lo que puso en alerta al árbitro, Mateo Busquets Ferrer.

En un acto de autoridad, el joven árbitro, que solo tiene 30 años, decidió detener el partido a los 23 minutos de juego.

Optó por llevar a ambos equipos a los vestuarios ante la lluvia de proyectiles, indicando que no se reanudaría la actividad hasta que el ambiente se calmasse.

La acción inesperada sorprendió tanto a los jugadores como a los espectadores, quienes esperaban un derbi lleno de emoción en lugar de una interrupción.

Diego Simeone, director técnico del Atlético, se acercó a la afición para intentar calmar los ánimos, gesticulando hacia ellos en un intento de contener la furia que se había desatado.

Mientras que Courtois se convertía en el objetivo de la grada, tanto Simeone como Koke hicieron un llamado a la afición para que cesaran los lanzamientos de objetos, ya que el árbitro había advertido que el partido podría ser suspendido de forma definitiva si esta situación continuaba.

Después de aproximadamente 10 minutos de suspensión, el encuentro se reanudó, comenzando de nuevo con un saque de meta a favor del Real Madrid.

A lo largo del derbi, la tensión había sido palpable, con un intento previo de algunos hinchas del Atlético de asistir al estadio con barbijos para poder insultar a Vinicius Jr., el delantero brasileño del conjunto rival.

Aunque este plan no se concretó, cada vez que Vinicius tocaba el balón, era recibido con abucheos y reclamos desde las gradas.

La atmósfera en el Metropolitano había sido eléctrica desde el inicio, pero este episodio resalta la fragilidad que existe en los partidos de alta tensión, donde la pasión de los aficionados puede cruzar la línea y afectar el desarrollo normal del juego.

El incidente queda como un recordatorio de la responsabilidad que tienen tanto los jugadores como los seguidores en el ambiente del fútbol, resaltando la importancia del respeto y el juego limpio.