Análisis de la influencia de la AFA y los episodios recientes de favoritismo y arbitrajes polémicos en el fútbol argentino.

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El fútbol argentino ha estado marcado por un mito persistente que atraviesa sus categorías y campeonatos: la sospecha de que ciertos equipos reciben el respaldo del poder para alcanzar sus metas, ya sea un ascenso o mantenerse en la categoría.

Este fenómeno ha tenido diferentes rostros a lo largo de las décadas, desde la era de Julio Grondona hasta la actual gestión de Claudio Tapia y Pablo Toviggino, quien ostenta el cargo de tesorero de la AFA.

Claudio "Chiqui" Tapia, por ejemplo, ha sido señalado como el artífice del ascenso de Barracas Central, un club cuya presidencia en el pasado le permitió escalar posiciones en el fútbol argentino.

De manera similar, Toviggino ha sido conocido por su influencia sobre los clubes de Santiago del Estero.

Este tándem ha alimentado las creencias sobre el favoritismo hacia ciertos equipos, generando un clima de desconfianza que se intensifica con cada controversia.

Un evento reciente que pone de relieve esta problemática es el escándalo sucedido en el partido entre Boca Juniors y Talleres por la Copa Argentina.

Los árbitros, como actores clave en este drama, han sido objeto de intensa crítica.

Las designaciones arbitrales, como ha sucedido en el pasado, están siempre sujetas a negociaciones y peticiones entre directivos, conforme a lo revelado en anécdotas que datan de la era de Grondona, pero que perviven en la actualidad.

Andrés Merlos, un árbitro que se ha convertido en el epicentro de la controversia, ha sido acusado de favorecer intereses del poder, especialmente por Andrés Fassi, presidente de Talleres.

Según los informes, durante un partido reciente, Boca logró un gol que se generó a partir de una jugada que debería haber sido anulada, ya que el balón había salido del terreno de juego.

Este tipo de decisiones han llevado a la exasperación de los aficionados y directivos del club cordobés.

Tras la eliminación de Talleres en la tanda de penales, Fassi enfrentó a Merlos en un cruce que resultó en la suspensión del directivo como representante ante la AFA. Por su parte, Franco Moyano, jugador de Talleres, fue sancionado con varias fechas de suspensión por una falta que, irónicamente, pasó desapercibida para el árbitro.


Este tipo de inconsistencias no son nuevas en el panorama del fútbol argentino.

El favoritismo también se manifiesta en los clubes considerados "beneficiados". Deportivo Riestra, un club más modesto, ha conseguido jugadas favorables, levantando sospechas sobre la transparencia del juego.

Recientemente, en un partido contra Platense, una falta discutible fue cobrada a favor del equipo local tras un gol que no fue convalidado, lo que llevó a una situación de tensión e incertidumbre.

Además, el árbitro Pablo Dóvalo, quien ha sido criticado por sus decisiones en partidos donde Barracas Central ha sido el protagonista, generó controversia al no sancionar actos que podrían haber resultado en expulsiones.

Las decisiones se han vuelto un tema recurrente de discusión, destacando el papel del VAR como un doble filo que, en lugar de proporcionar claridad, ha acentuado la confusión y polémica.

Las tensiones alcanzan su punto culminante en torneos de menor categoría, donde la ausencia del VAR agrava las situaciones conflictivas.

En un partido clave del Torneo Federal, el árbitro fue confrontado por los jugadores de un equipo eliminado, quienes denunciaron favoritismo hacia el rival, durante una jornada marcada por incidentes de violencia.

En resumen, el escenario del fútbol argentino se encuentra plagado de dudas sobre la equidad de los arbitrajes y la influencia de la AFA en los resultados de partidos.

La próxima semifinal del Federal podría ser otro capítulo en esta interminable historia de conspiraciones y favoritismos.

Los árbitros continuarán siendo el centro de atención, mientras los equipos intentan navegar un mar de incertidumbre y sospechas que parecen no tener fin.