Los enfrentamientos en el estadio Libertadores de América durante un encuentro entre Independiente y Universidad de Chile evidencian el crecimiento y la influencia de las barras organizadas en Chile, raíces que datan de los años 80 y que actualmente mantienen una presencia significativa en la cultura del fútbol.

Este grupo, parte fundamental del movimiento de hinchas organizados en Chile, fue el que inició los disturbios en Avellaneda, un hecho que reaviva el debate sobre la influencia de estos grupos en el fútbol sudamericano.
La historia de las barras en Chile comienza en la década de 1980, en un contexto donde el fútbol experimentaba un crecimiento notable a nivel nacional.
en la #Universidad de Chile surgió el Imperio Azul
La primera agrupación organizada fue la Garra Blanca, conocida por su fervor y presencia en los partidos de Colo-Colo. En ese mismo período, en la Universidad de Chile surgió el Imperio Azul, uno de los primeros grupos de hinchas apasionados por apoyar a su equipo en las gradas del Estadio Nacional.
En 1988, en un momento donde la Universidad de Chile atravesaba una de sus peores crisis deportivas, con un descenso que parecía inevitable, un grupo de unos 15 jóvenes fanáticos se separó del Imperio Azul.
Este grupo, más audaz y ruidoso, se estableció en la tribuna sudeste del estadio, pegado al alambrado. La escisión fue definitiva tras un enfrentamiento con el grupo original, en el que robaron una bandera emblemática de la Garra Blanca. La barra liderada por estos jóvenes no tardó en consolidarse, dando origen a Los de Abajo, quienes con el tiempo se convertirían en uno de los colectivos más influyentes en el fútbol chileno.
A diferencia de las barras en Argentina, donde muchas veces son vinculadas a la violencia y la delincuencia, Los de Abajo tienen un perfil mucho más abierto y participativo en actividades sociales.
Utilizan plataformas digitales para mostrarse en los partidos y difundir sus acciones, que incluyen desde eventos benéficos, torneos de fútbol para hinchas, hasta la apertura de tiendas oficiales en áreas suburbanas de Santiago, donde comercializan accesorios, prendas y souvenirs relacionados con la Universidad de Chile.
El grupo ha mantenido una relación compleja con la dirigencia del club. Desde la privatización del club en 2007, tras la quiebra de la antigua corporación, las relaciones han sido tensas en varias ocasiones, especialmente cuando la administración optó por no contratar a destacados ídolos como Eduardo Vargas.
Estos hinchas, además, han sido protagonistas de manifestaciones públicas, criticando decisiones dirigenciales y exigiendo mayor respeto por la historia del club.
En términos legales y organizacionales, en agosto de 2016, Los de Abajo fundaron el Club Deportivo Social Cultural Los de Abajo, una organización sin fines de lucro que busca formalizar su presencia y promover valores positivos en la comunidad.
La membresía requiere una cuota de inscripción y pagos semestrales, que sirven para financiar distintos proyectos sociales y deportivos. Los socios también tienen derecho a asesoría legal en caso de ser sancionados por incidentes en partidos.
Los incidentes en Avellaneda hicieron que el grupo mostrara un lado preocupado por la integridad de sus miembros y seguidores, expresando mediante sus canales oficiales su intención de cuidar a los hinchas y colaborar en la recuperación de los afectados.
La violencia en los estadios sigue siendo un problema en Chile, aunque los grupos organizados como Los de Abajo también se esfuerzan por cambiar su imagen y promover un apoyo más responsable y social.
Históricamente, las barras han sido parte esencial del folclore y la cultura del fútbol en Chile, reflejando pasiones y conflictos sociales que trascienden el deporte.