Miguel Ángel Russo vuelve a dirigir a Boca Juniors, en medio de tensiones con San Lorenzo por su desvinculación, y enfrenta desafíos económicos y administrativos en ambos clubes.

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Hace casi veinte años, Miguel Ángel Russo se destacó como uno de los entrenadores más relevantes del fútbol argentino. En ese momento, su paso por Vélez Sarsfield, donde conquistó títulos y demostraba un gran talento como técnico, lo posicionaba como uno de los perfiles más codiciados.

Aquella época coincidió con un momento de gran incertidumbre en su carrera, especialmente cuando Mauricio Macri, entonces presidente de Boca Juniors, consideró que Russo era la opción ideal para sustituir a Ricardo Lavolpe tras un campeonato deslucido y un desempate memorable contra Estudiantes en el estadio de Vélez.

La decisión de Russo de abandonar Vélez, a pesar de tener contrato vigente hasta mediados de 2007 y de haber planificado la pretemporada, generó un revuelo en el fútbol argentino.

El entonces presidente del club de Liniers, Raúl Gámez, recordó que Russo le comunicó su intención de irse, lo que implicaba que Vélez debía recibir una indemnización por la rescisión de contrato.

La relación entre Russo y Macri se complicó, llegando a acusaciones de incumplimiento de códigos y rupturas de confianza.

Aquel episodio marcó un antes y un después en la carrera de Russo, quien en las últimas horas ha vuelto a tomar las riendas de Boca Juniors, club que representa una parte fundamental de su historia.

A los 69 años, el entrenador tomó la misma decisión que en 2006 y dejó su cargo en San Lorenzo, donde enfrentaba diversos problemas internos y económicos.

Su retorno se produjo en medio de un contexto complicado, tras la salida forzada de Juan Román Riquelme de su segundo ciclo como director técnico en agosto de 2021, tras una campaña de poca inspiración.

Riquelme, que también es vicepresidente de Boca, se convirtió en pieza clave para la contratación de Russo, quien ya dirigió a los xeneizes en 2016 y en 2020, logrando mantener la estabilidad en un club donde los cambios abruptos son habituales.

El conflicto con San Lorenzo, club donde Russo fue entrenador en 2022, mantiene en tensión la relación contractual. El técnico, que está dispuesto a volver a Boca, aún no logra desvincularse completamente del club azulgrana debido a cuestiones económicas. La deuda del club con Russo asciende a aproximadamente 140,000 euros, y está dispuesto a pagar unos 270,000 euros de su bolsillo para cerrar el asunto.

La institución de Boedo, por su parte, desea recibir al menos 800,000 euros, cifra que es considerada por Russo como una cifra alcanzable si se logra un acuerdo.

Mientras tanto, Boca ya ha iniciado sus actividades de preparación para el Mundial de Clubes, que se disputará en Miami con participación del club argentino en junio.

La delegación azul y oro tiene programada una serie de entrenamientos en Ezeiza, con la dirección interina de Roberto Pompei y Silvio Rudman, mientras busca un nuevo entrenador que asuma oficialmente.

La diferencia en los tiempos también es notable: Boca está listo para viajar en breve, mientras que San Lorenzo, que aún no tiene programado su siguiente partido oficial, podría tardar varias semanas en definir quién dirigirá al equipo.

El caso de Russo ejemplifica cómo en el fútbol argentino los problemas contractuales, económicos y de confianza pueden complicar incluso a los técnicos con mayor trayectoria.

La historia demuestra que, en ocasiones, los vínculos profesionales se rompen por motivos financieros o de interés, y en otras, por decisiones directivas que buscan potenciar la performance del equipo.

Con su regreso a Boca, Russo espera volver a obtener grandes logros, mientras que San Lorenzo afronta la difícil tarea de solucionar sus temas económicos y deportivos para volver al camino de la competitividad.

La historia del fútbol argentino continúa en marcha, marcada por decisiones difíciles, deudas pendientes y las esperanzas de los hinchas de ambos clubes.