El funeral de Miguel Ángel Russo en La Bombonera convirtió la despedida en un acto que expresó amor, nostalgia y gratitud hacia un entrenador que dejó huella. Sus seguidores recordaron su lucha contra el cáncer y su entrega al fútbol en un homenaje lleno de emotividad y color.

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A un lado, un medio tanque decorado con chorizos y bondiola funcionaba como una improvisada carpa con aromas locales, mientras que en el interior, el duelo por la muerte de Miguel Ángel #Russo llenaba el espacio de tristeza y recuerdos.

La figura del entrenador, que siempre estuvo ligado a la pasión de los hinchas, se convirtió en símbolo de entrega, perseverancia y lucha contra la adversidad.

Miguel Ángel Russo, quien falleció a los 66 años tras una larga batalla contra el #cáncer iniciado en 2017, dejó una profunda huella en el fútbol argentino.

Su caso fue recordado no solo por su trayectoria en clubes como Boca Juniors, San Lorenzo y Rosario Central, sino también por la valentía con la que enfrentó su enfermedad, exhibiendo con crudeza y entereza los efectos del tratamiento en su cuerpo.

En los últimos meses, Russo expresó su cansancio y optó por abandonar aspectos del tratamiento, planeando su #despedida con serenidad y aceptación.

Su deseo de cerrar su ciclo en el fútbol con un último viaje a Rosario, su ciudad natal, y una ovación en El Monumental o en La Bombonera, quedó reflejado en la manera en que sus seguidores y colegas le rindieron homenaje.

Russo fue universal y querido

Durante el velatorio, la fila de allegados y fanáticos avanzaba lentamente por las calles cercanas, recorriendo casi un kilómetro para depositar sus respetos en el féretro envuelto en camisetas de distintos equipos, desde Boca hasta Independiente, para demostrar que en la muerte, Russo fue universal y querido.

El ambiente en la cancha también fue emotivo. Los hinchas de Boca gritaron y cantaron en las calles, portando banderas y prendiendo velas, con expresiones que combinaban tristeza y celebración de la vida del entrenador.

Algunos, nerviosos por la pérdida, compartían anécdotas y chistes con humor negro, recordando que la muerte también tiene un matiz de nostalgia y alegría por los momentos vividos.

Representantes y exjugadores de diferentes clubes ingresaron al hall, donde sus camisetas decoraban el ataúd: unas de Boca, otras de Rosario Central, Everton, Vélez, Estudiantes y hasta Millonarios de Colombia.

La diversidad reflejaba la carrera de Russo, quien también fue jugador emblemático en varias instituciones del fútbol sudamericano.

El acto fue un #homenaje a un hombre que decidió irse rodeado de sus colores, celebrando la vida que eligió vivir con pasión y orgullo. La despedida de Russo en La Bombonera se transformó en un símbolo de comunidad, respeto y amor por un entrenador que también encarnó los valores del deporte auténtico y la lucha personal.