El exjugador de Boca Juniors y la selección argentina, José Daniel Ponce, decidió radicarse en el norte de Chile en 1997, dejando atrás el fútbol para adentrarse en el mundo de la minería y comenzar una etapa completamente distinta en su vida, mirando hacia un futuro más estable y con nuevas responsabilidades.

La historia de José Daniel “Bocha” Ponce es un claro ejemplo de cómo la vida puede dar giros inesperados después de la carrera deportiva. Reconocido por su paso exitoso por Boca Juniors, donde fue campeón de la Supercopa y la Recopa Sudamericana, y por su participación en la selección argentina durante el mandato de Carlos Bilardo, Ponce decidió en 1997 dar un paso audaz fuera del fútbol.
Su destino lo llevó hasta el norte de Chile, en la región del Biobío, donde se radicó para dedicarse a un sector totalmente diferente al que había conocido como jugador profesional.
Dejó atrás las canchas y los vestuarios para ingresar en el mundo de la minería, una de las industrias más importantes de Chile, país que en los últimos años se consolidó como uno de los principales exportadores de cobre del mundo.
La decisión fue influenciada por la búsqueda de estabilidad económica y un nuevo horizonte.
Antes de su partida, Ponce intentó mantenerse ligado al fútbol en calidad de entrenador, específicamente en divisiones juveniles, pero no logró encontrar una carrera estable en esa función.
En varias entrevistas, el exfutbolista admitió que nunca se preparó académicamente para afrontar un futuro fuera del deporte. “Uno piensa que va a jugar toda la vida y a ser millonario, pero de repente te encontrás con situaciones que te cortan todo”, expresó con sinceridad.
En Chile, Ponce empezó trabajando como chofer de gerentes y supervisor en empresas mineras. Con el tiempo, su trabajo se fue consolidando en el sector minero, donde además de conducir a altos ejecutivos, asumió tareas de coordinación y supervisión.
La estabilidad económica y el buen ambiente laboral lo llevaron a decidir quedarse en ese país, donde ha construido una vida con nuevos valores y responsabilidades.
Actualmente, Ponce reflexiona sobre la importancia de la educación y la necesidad de prepararse para el futuro más allá del deporte. “Hay que ser alguien en la vida porque el fútbol no dura para toda la vida. Y si podes estudiar, es fundamental hacerlo”, sostiene con énfasis. La experiencia personal del exjugador, quien enfrentó momentos de crisis y desorientación tras su retiro, resalta la importancia de la preparación académica y laboral.
Desde su partida de Argentina, Ponce ha cambiado completamente su rutina. A sus 56 años, se dedica a labores en la minería, en un entorno que le ha brindado estabilidad y un nuevo sentido de pertenencia. Sus días están lejos del glamour y las ovaciones, pero en su mirada se refleja el orgullo de haber sabido reinventarse y construir un camino que le brinda dignidad.
El caso de Ponce no es único en el mundo del deporte. Muchos exfutbolistas enfrentan situaciones similares, y ejemplos como el suyo resaltan la necesidad de que los deportistas profesionales planeen su vida post carrera con la misma dedicación que ponen en su rendimiento en el campo.
La historia del “Bocha” Ponce nos invita a reflexionar sobre la importancia de tener un respaldo académico y la posibilidad de un nuevo comienzo, incluso cuando la carrera en el deporte termina.
Hoy, en Chile, Ponce sigue dejando huella con su ejemplo de superación y esfuerzo, demostrando que con determinación y preparación, es posible transformar una pasión en un proyecto de vida duradero y digno.