Boca Juniors y River Plate cerraron su participación en el Mundial de Clubes con actuaciones por debajo de las expectativas, en un torneo donde los clubes argentinos no lograron destacar pese a su tradición en Sudamérica. La competencia, celebrada en Estados Unidos, evidenció las diferencias entre los equipos locales y las potencias internacionales.

Ambos equipos, considerados pilares del fútbol de Sudamérica, no lograron repetir su suerte en este torneo que organiza FIFA y que reunió a 32 clubes de todo el mundo.
Pese a las altas inversiones y las largas historias de éxito continental, sus actuaciones en Estados Unidos dejaron mucho que desear, poniendo en duda la preparación y la fortaleza del #fútbol argentino a nivel mundial.
El Mundial, desarrollado principalmente en Estados Unidos, ha sido tradicionalmente una vitrina para que clubes sudamericanos demuestren su potencial a nivel global.
Sin embargo, en esta edición, las representaciones argentinas no estuvieron a la altura de las circunstancias. #Boca Juniors sufrió una derrota humillante frente a Auckland City, equipo de Oceanía, en un partido que quedó marcado por la falta de personalidad y un rendimiento por debajo de su historia.
Además, en su enfrentamiento contra Benfica y Bayern Múnich, los Xeneizes mostraron una falta de eficacia y de unión, concluyendo su participación con un balance negativo.
Por su parte, River Plate, que en los últimos años ha sido una de las instituciones más sólidas del fútbol sudamericano, también decepcionó. Tras una victoria inicial frente a Urawa Red Diamonds, el equipo dirigido por Marcelo Gallardo empató con Monterrey y cayó sumariamente ante Inter de Milán en los octavos de final.
La eliminación se vio acompañada de incidentes en el campo y de una imagen de impotencia en los minutos finales del cotejo. La expulsión de Kevin Castaño y las polémicas decisiones arbitrales se sumaron a la mala suerte del equipo argentino en esta competencia.
El costo económico de estos fracasos es importante si se consideran las millonarias inversiones que ambos clubes realizaron en fichajes y salarios. Según datos aproximados de conversión, los jugadores y refuerzos argentinos que participaron en el torneo habrían tenido un gasto de unos 45 millones de euros en traspasos y salarios, una suma que no se tradujo en resultados y que pone en duda la efectividad de las políticas financieras y deportivas de los clubes.
Mientras tanto, clubes brasileños como Palmeiras, Flamengo, Fluminense y Botafogo demostraron su superioridad en el escenario mundial. Los cuatro representantes de Brasil ingresaron en los octavos de final con solvencia, dejando en evidencia la diferencia de calidad y organización en comparación con sus vecinos argentinos.
La Copa Libertadores, torneo que habitualmente favorece a enmascarar las falencias del fútbol argentino, dejó en claro que en la actualidad, la competencia local no es suficiente para preparar a los equipos para avanzar en certámenes internacionales.
El torneo también reveló la disparidad en la gestión deportiva y en la disciplina. De las diez expulsiones registradas en todo el torneo, la mitad correspondieron a jugadores argentinos, incluyendo las dos de Boca y las tres de River.
La falta de control y la tensión en el campo afectan la imagen del fútbol argentino
La falta de control y la tensión en el campo afectan la imagen del fútbol argentino, que aún debe trabajar para mejorar su disciplina y alcance técnico.
A nivel histórico, es importante recordar que Argentina siempre ha sido una potencia en la producción de talento a nivel mundial, con ídolos como Messi, Maradona, y Di María.
Sin embargo, a nivel de clubes, el balance en competencias internacionales ha sido irregular desde hace años, con pocos títulos mundiales en las últimas décadas.
La reciente crisis económica y deportiva de Boca y River, sumada a las derrotas en esta edición del Mundial, muestran que el camino para recuperar la hegemonía necesita de cambios estratégicos profundos.
De cara al futuro, Boca tiene en mente retornar a la senda del éxito en el Torneo Local y en la Copa Argentina, buscando ajustar su plantilla y sumar puntos en la tabla anual para clasificarse a futuras competencias internacionales.
River, en tanto, enfocará sus esfuerzos en la Copa Libertadores que reanudará en agosto, con la intención de reforzar su plantel y recuperar su competitividad global.
En conclusión, el #Mundial de Clubes 2023 dejó una dura lección para el fútbol argentino: las inversiones, si no van acompañadas de un proyecto deportivo sólido, no garantizan resultados.
La falta de actuación destacada de Boca y River, a diferencia del fuerte desempeño de clubes brasileños y del buen papel de clubes de la MLS, es un reflejo de la necesidad de evaluar y mejorar las estructuras internas, así como el nivel de competencia de los equipos argentinos.
El torneo se realizó en una ciudad diferente cada año, pero en 2023 fue en Estados Unidos, que continua siendo un escenario relevante para que clubes de todo el mundo midan su valía.