El desarrollo del fútbol en Argentina presenta problemáticas relacionadas con la duración del juego y la eficiencia en la disputa, evidenciando la necesidad de implementar medidas para agilizar los partidos y mejorar el espectáculo.

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En esta fecha, se disputaron quince encuentros y en total se marcaron apenas 13 goles, lo que implica una media de menos de un gol por partido, específicamente 0,87.

Además, el análisis de las #estadísticas revela que en promedio, cada partido tuvo alrededor de 11,3 remates totales, de los cuales solo 3,7 fueron dirigidos al arco.

Estas cifras pueden compararse con los datos de equipos en las principales ligas europeas: por ejemplo, en la pasada temporada de la Premier League inglesa, el Everton registró un promedio de 10,63 remates por partido, con 3,66 dirigidos a puerta, mientras que su clásico, el Liverpool, promedió 16,82 remates y 5,66 a puerta, reflejando un juego más dinámico y con mayor tendencia a la anotación.

El fútbol argentino, a pesar de su historia y pasión, enfrenta el problema del tiempo neto de juego. La International Board, organismo que regula las #reglas del fútbol a nivel mundial, ha promovido cambios para potenciar la acción, como la regla de los ocho segundos para el arquero, que penaliza a aquel que demora en reanudar el juego tras una señal de tiro de esquina.

Este cambio debutó en la segunda fecha del torneo, en el empate entre Boca y Unión en La Bombonera, cuando Matías Tagliamonte fue advertido por el árbitro por entretenerse con la pelota.

Otra problemática que se ha agravado en el #fútbol argentino es la gestión de las pelotas en juego. A raíz de algunas prácticas antideportivas, los alcanzapelotas dejaron de ofrecer balones y ahora estos se colocan en conos, dejando a los jugadores buscar las pelotas en los alrededores del campo, en lugar de entregarles directamente.

Este cambio, además de generar cierta incomodidad, no ha logrado mejorar la rapidez en la reanudación del juego.

En cuanto a los datos históricos, análisis recientes muestran que durante el Torneo Apertura 2025, con 255 partidos, el tiempo efectiva de juego alcanzaba en promedio aproximadamente la mitad del tiempo total, es decir, cerca del 50,8%.

En comparación, las últimas fechas del Clausura han registrado un ligero descenso, situándose en 50,5%, lo que indica un deterioro hacia un menor tiempo de juego efectivo.

Estos números son preocupantes si se comparan con otros países de elite.

Por ejemplo, según un informe elaborado por Opta, la Ligue 1 francesa lidera las competencias europeas en tiempo neto de juego, con un 58,1% del total del partido en acción, seguida por la Serie A italiana, la Bundesliga alemana, la Premier League inglesa y LaLiga española, con porcentajes que oscilan entre el 54% y el 56%.

En algunos casos, la agilización de los protocolos y el uso del VAR han contribuido a mejorar estos indicadores.

En Argentina, el equipo que mayor tiempo disfruta con la pelota en juego en las tres primeras fechas es Boca Juniors, con un 55,6%, aunque eso no ha impedido que todavía no haya conseguido una victoria en el torneo.

La realidad es que, a pesar de los esfuerzos de la liga y las instituciones reguladoras, gran parte del tiempo de juego se pierde en interrupciones, faltas y revisiones, afectando la calidad del espectáculo.

Por ejemplo, el promedio de faltas piteadas por encuentro es de 27,2 en esta temporada, con un tiempo de demora de aproximadamente 37,5 segundos en cada reanudación.

En los saques de arco, los arqueros toman casi 30 segundos por jugada, sumando en total más de ocho minutos por partido en estas acciones. Los saques de banda, por su parte, registran tiempos de 16 a 17 segundos, multiplicándose en minutos la pérdida de tiempo en el desarrollo del juego.

El aspecto de las penalizaciones ha sido otro foco de atención, ya que las revisiones del VAR en penales se prolongan en promedio más de 234 segundos, frente a los 112 segundos de la Premier League.

Sigue alejando al fútbol argentino del ritmo y dinamismo que caracteriza a las ligas más competitivas del mundo

Todo esto refleja una tendencia que, a nivel local, sigue alejando al fútbol argentino del ritmo y dinamismo que caracteriza a las ligas más competitivas del mundo.

Por ende, el desafío para las autoridades y los clubes es revertir estos números y buscar un equilibrio entre el control del juego y la promoción de partidos más atractivos y fluidos.