El reciente partido entre Central Córdoba y Deportivo Riestra destaca la crisis del fútbol argentino, donde la falta de emoción y goles refleja una profunda decadencia.

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El pasado encuentro entre Central Córdoba de Santiago del Estero y Deportivo Riestra se convirtió en un claro reflejo de la actual crisis del fútbol argentino, especialmente en un contexto donde la falta de goles y emociones resulta alarmante.

Este partido, que finalizó sin goles, resultó en un espectáculo poco atractivo para los escasos espectadores que se dieron cita en el Estadio Madre de Ciudades.

Este tipo de situaciones ha provocado que algunos, incluido el destacado defensor Gerard Piqué, cuestionen la lógica de que un partido terminado en empate sin goles aún tenga que repartir puntos.

Según Piqué, "¿Qué es lo más emocionante en un partido? Los goles". Y en este caso, ni los equipos lograron contribuir al espectáculo con un par de tiros al arco.

Con un formato de torneo que incluye a 30 conjuntos, muchos de los cuales carecen del nivel necesario para competir en la Primera División, el actual Torneo Apertura argentino resulta complejo tanto para los jugadores como para los aficionados.

Este modelo provoca que partidos se realicen en horarios inconvenientes, a menudo en estadios semivacíos, exacerbando aún más la situación. El empate de Central Córdoba y Riestra, ambos con un marcador negativo (-13 y -10 puntos respectivamente antes de este enfrentamiento), es solo una muestra de lo que se puede considerar como la decadencia del fútbol nacional.

La situación también destaca que más de la mitad de los equipos de cada grupo (8 de 15) avanzan a los octavos de final, lo que antepone la cantidad a la calidad.

En el cruce del pasado viernes, hubo algo de polémica ya que uno de los goles de la visita fue anulado por presunto empujón, un reclamo que no pareció tomar en cuenta ni el propio afectado, lo que llevó a un desenlace sin goles.

Tal parece que el fútbol argentino, que alguna vez brilló en el ámbito internacional, se encuentra hoy en un estado de replanteamiento absoluto.

Esta crisis no es nueva, ya que en las últimas décadas, la calidad del fútbol en el país ha estado en constante descenso. La tradición futbolística argentina ha visto cómo sus clubes, que antes eran focos de talento y emoción, luchan por mantenerse competitivos. En el pasado, equipos de la talla de Boca Juniors y River Plate solían regalar espectáculos que quedaban grabados en la memoria de sus hinchas. Hoy, partidos como el vivido entre Central Córdoba y Riestra nos recuerdan que el panorama ha cambiado drásticamente. En lugar de goles y celebraciones, queda un vacío que refleja más bien un gran desafío por superar.

Al final del día, es evidente que el fútbol argentino necesita urgentemente un reciclaje, tanto en su formato como en la calidad exhibida por sus jugadores y equipos.

Es necesario un replanteamiento que devuelva la esencia de este deporte, que no sea solo un número en una tabla, sino un verdadero espectáculo que atraiga a multitudes.

Si el fútbol es más que solo un juego, es urgente que se recupere la pasión que hizo vibrar a generaciones enteras en las gradas de estadios llenos de vida.