La reciente declaración de Rosario Central como campeón del fútbol argentino generó cuestionamientos debido a cambios en las normas en plena temporada, poniendo en tela de juicio la transparencia de la AFA y las decisiones del comité ejecutivo.
Este episodio, que parece ser la gota que colmó el vaso, revela profundas irregularidades en la gestión del fútbol nacional, que ya venía sumido en crisis por decisiones polémicas y cambios de reglas realizados de manera arbitraria.
El hecho de que el título se haya decidido después de que finalizara la temporada regular, sin que en ese momento existiera un consenso o una normativa clara que estableciera un campeonato basado en mayor puntaje acumulado, evidencia una manipulación del reglamento en favor de un resultado preestablecido.
Las autoridades de la Liga Profesional de Fútbol de Argentina, bajo la tutela del presidente Claudio 'Chiqui' Tapia, parecen apostar por mantener un control absoluto, modificando las reglas sin consideración por los procedimientos éticos ni la tradición del deporte.
Para entender la gravedad de esta situación, hay que remontarse a la historia del fútbol argentino. Desde sus inicios en 1893, la liga ha tenido que adaptarse a numerosos cambios de formato, pero siempre con la intención de preservar la justicia deportiva y el respeto a las reglas.
La decisión de otorgar un título de campeón mediante un método distinto al tradicional, y con una votación que no fue formal ni documentada, genera un precedente peligroso.
La reunión del Comité Ejecutivo, que per se no terminó en un proceso transparente, se caracterizó por una mayoría silenciosa que aprobó la propuesta de Tapia.
La presencia de dirigentes y representantes de diferentes clubes, como Estudiantes de La Plata, cuyo propio presidente aclaró que no hubo votación alguna, pone en evidencia las irregularidades del proceso.
De hecho, algunos clubes y dirigentes manifestaron públicamente su desconcierto ante la decisión, que se toma sin el aval de un reglamento claro y previamente consensuado.
Este tipo de decisiones, además, refuerzan las sospechas sobre el manejo de poder de Tapia, quien ha sabido consolidar un control casi absoluto sobre la estructura del #fútbol argentino desde su llegada en 2016.
Su gestión se ha caracterizado por tomar decisiones unilaterales y por limitar la participación de otros actores, logrando que la mayoría de los clubes se muestren pasivos ante sus políticas.
Donde las decisiones parecen tomadas al margen de los reglamentos y con poca trasparencia
El contexto histórico del fútbol en Argentina también ayuda a comprender la magnitud de este problema. La liga ha sido un espejo de las transformaciones sociales y políticas del país. En los años 70 y 80, por ejemplo, los clubes lucharon por mantener su autonomía frente a los intereses económicos y políticos. La actual situación, donde las decisiones parecen tomadas al margen de los reglamentos y con poca trasparencia, refleja una regresión en esa lucha por la equidad.
Por otro lado, esta polémica llega en un momento en el que la credibilidad del torneo argentino ya estaba debilitada por los problemas de cuál está entre los más bajos en calidad de juego, y por los cada vez más frecuentes errores arbitrales que afectan el resultado de los partidos.
La incorporación del VAR, que en teoría debería aportar mayor transparencia, no ha logrado solucionar estos problemas debido a inconsistencias en su uso y aplicación.
Los hinchas, que constituyen el alma del fútbol, han manifestado su rechazo a través de sondeos y en las calles. La mayoría considera que la decisión de coronar a #Rosario Central fue un acto de manipulación y que no tiene respaldo en el reglamento oficial. Las encuestas indican que más del 90% de los aficionados no están de acuerdo con una forma de definir un campeón que no respeta las normas establecidas.
Además, esta controversia no solo afecta a los clubes de primera división, sino que también impacta en la credibilidad internacional del fútbol argentino, que busca posicionarse como uno de los más importantes del mundo.
La Conmebol y la FIFA, observan con preocupación estos episodios que pueden deteriorar la imagen del deporte en el país.
En conclusión, el fútbol argentino se encuentra en una encrucijada. La decisión de otorgar el título de campeón a Rosario Central sin un proceso reglamentario claro evidencia un manejo autoritario y poco transparente, que amenaza con socavar la confianza en sus instituciones.
La historia del deporte en Argentina muestra que los cambios y las decisiones unilaterales, sin consenso ni reglas claras, tienden a generar más problemas que soluciones.
