Las sedes en Estados Unidos, México y Canadá se preparan para altas temperaturas durante la Copa del Mundo 2026. Se perfilan medidas como pausas de hidratación, sistemas de ventilación y programación de partidos para proteger a aficionados y atletas.
En el #SoFi Stadium de Inglewood
En el SoFi Stadium de Inglewood, al sur de Los Ángeles, una quincena de ventiladores de más de dos metros de altura esperan para regular el aire si la temperatura alcanza umbrales que preocupan a organizadores y médicos.
Si la temperatura sobrepasa los 26,7 °C, estos dispositivos de gran envergadura podrían activarse para ayudar a mantener condiciones aceptables dentro de un recinto cubierto, pero sin climatización total.
A unos 45 metros del césped, un techo y sistemas de ventilación buscan garantizar sombra y flujo de aire para los espectadores, en un estadio abierto que no es totalmente climatizado.
“Con 70.000 personas en el estadio y en condiciones de alta emoción, queremos ser capaces de responder ante un calor intenso”, comenta a AFP Otto Benedict, vicepresidente operativo de la sociedad que gestiona el recinto, inaugurado en 2020.
El diseño del calendario de la competición también ha priorizado estrenos y horarios: ocho partidos se disputarán en el SoFi Stadium, mientras que los otros estadios de la región deben equilibrar las condiciones para evitar temperaturas extremas.
El sur de California no figura entre las zonas más altas de riesgo en comparación con otras ciudades sede.
Un estudio publicado en el International Journal of Biometeorology advierte sobre una “preocupación seria” por la salud de jugadores y árbitros ante calor extremo en el Mundial 2026, identificando seis sedes como de alto riesgo: Monterrey, Miami, Kansas City, Boston, #Nueva York y Filadelfia.
El informe, denominado Terrenos en riesgo y elaborado por la red Football for Future, destaca que en 2025 esas ciudades registraron al menos un día con temperaturas superiores a 35 grados en términos de bulbo húmedo (WGBT), una medida que combina temperatura y humedad para estimar la capacidad de adaptación humana.
El evento de clubes que se disputó con anterioridad en Estados Unidos ya dejó lecciones sobre estas condiciones; la FIFA recibió críticas por la gestión de los desafíos climáticos, lo que llevó a que se introdujeran pausas de hidratación en los minutos 22 y 67 de todos los partidos mundialistas, independientemente de las condiciones.
Estas pausas buscan reducir riesgos para jugadores y árbitros y también generan espacios para la marca y la publicidad de los derechos audiovisuales.
El calendario también busca aprovechar las franjas más favorables: en estadios con climatización o que permiten un mayor confort, se priorizan las jornadas diurnas; en las zonas de mayor exposición se programan los encuentros en horas de menor temperatura.
“Se observa un esfuerzo claro por organizar los horarios de los partidos con la salud y el rendimiento de jugadores en mente”, señala un vocero del sindicato FIFPro, que solicitó conservar el anonimato.
A nivel externo, se advierte que podría haber partidos clasificados como de “riesgo” incluso con estas medidas. El sindicato recomienda posponer encuentros cuando la temperatura WGBT supere los 28 grados. FIFA no ha detallado si existe un protocolo concreto ante condiciones extremas ante consultas de AFP.
Más allá de los futbolistas, el riesgo para los aficionados en las gradas o en las fan zones se ha subestimado en varias ocasiones. Christopher Fuhrmann, director adjunto de una Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica, subraya que los aficionados generan calor corporal propio y, a diferencia de los jugadores, pueden presentar comorbilidades que elevan el riesgo de golpes de calor.
En el interior de los estadios la temperatura tiende a ser mayor por las superficies de cemento y metal, lo que refuerza la necesidad de una buena ventilación, circulación de aire y adecuados planes de hidratación, incluso para quienes consumen bebidas alcohólicas.
La FIFA no ha precisado aún qué medidas específicas podrían aplicarse respecto a la disponibilidad de agua y la prohibición o control de botellas recargables en los recintos.
Para anticipar incidentes, el Servicio Nacional de Meteorología (NWS) ha designado un interlocutor por ciudad sede, que vigilará las previsiones y alertará sobre posibles picos de calor.
En este marco, FIFA y los gobiernos locales tendrán la última palabra para decidir si se celebran o no los encuentros ante condiciones meteorológicas adversas.
“Trabajamos con equipos de gestión de riesgos de gobiernos, fuerzas del orden y servicios de emergencia para asegurar la seguridad de todos y estar preparados para cualquier eventualidad que presente la Madre Naturaleza”, afirma el meteorólogo Benjamin Schott, asesor del NWS y referente para la FIFA en estas cuestiones.
Aun cuando el Mundial de Clubes disputado recientemente en Estados Unidos no mostró condiciones extraordinarias, el análisis de temperaturas históricas de este país señala que los récords térmicos se baten con cierta frecuencia, un recordatorio de que el calor no es una anomalía aislada sino un elemento recurrente en el historial climático de la región.
