La campeona olímpica Imane Khelif deberá someterse a una prueba genética para confirmar su sexo antes de participar en futuros eventos internacionales, tras la implementación de nuevas normativas en el boxeo mundial.

Imagen relacionada de imane khelif prueba genetica competir boxeo olimpico

La boxeadora olímpica Imane Khelif, medallista de oro en los Juegos Olímpicos de París 2024, se encuentra en medio de una polémica tras la reciente decisión del organismo rector del boxeo mundial, World Boxing, de exigir pruebas de sexo genéticas a todos los atletas mayores de 18 años que deseen competir en competencias oficiales.

Esta medida forma parte de una serie de cambios normativos que buscan garantizar la equidad y seguridad en la competición, pero ha generado controversia, especialmente en el caso de Khelif.

El pasado 31 de mayo, en Mumbai, se anunció que todos los deportistas que participen en eventos internacionales bajo el marco de World Boxing deberán someterse a pruebas de ADN mediante un análisis de reacción en cadena de la polimerasa (PCR), que detecta material cromosómico y puede determinar el sexo biológico al nacer.

La organización especificó que, en caso de que la prueba indique presencia de cromosomas masculinos en una atleta femenina, se procederá a un análisis adicional por parte de especialistas médicos independientes, incluyendo evaluación hormonal, examen anatómico y otras pruebas endocrinas.

Este cambio en la normativa surge en un contexto internacional en el que el debate sobre la participación de atletas transgénero y aquellos con variaciones en el desarrollo sexual (DSD) ha escalado significativamente en los últimos años.

Históricamente, en los Juegos Olímpicos, las pruebas genéticas para determinar el sexo de los deportistas se realizaban en el siglo XX, aunque fueron abandonadas en la década de 1990 debido a la complejidad y las ambigüedades que generaban.

En su lugar, se optó por pruebas hormonales, que han sido objeto de controversia, ya que pueden afectar la participación de mujeres con niveles naturalmente altos de testosterona.

El caso de Khelif no es el único. La organización World Athletics, que regula las disciplinas de atletismo, reintrodujo en 2023 las pruebas de cromosomas, exigiendo a las atletas que compiten en categorías femeninas someterse a estos análisis una sola vez en su carrera.

La decisión de World Boxing de implementar pruebas genéticas en sus competiciones refleja una tendencia global de endurecimiento de las normativas para definir el sexo biológico en el deporte.

Imane Khelif, de 26 años, ha sido una figura destacada en el boxeo femenino desde su oro en París, donde venció en la categoría de peso welter. Hasta ahora, había competido sin controversias bajo las regulaciones de la Asociación Mundial de Boxeo (IBA), que permitía su participación sin la necesidad de pruebas genéticas.

Sin embargo, tras la adopción de estas nuevas políticas, su futuro en los Juegos Olímpicos de Los Ángeles 2028 y en futuros certámenes internacionales quedó en incertidumbre.

La deportista ha manifestado su intención de defender su derecho a competir y ha anunciado que evaluará acciones legales si las pruebas genéticas la perjudican.

Además, ha señalado que ha sido víctima de campañas de difamación y de rumores infundados que la acusan de ser “biológicamente masculina”, acusaciones que ella niega rotundamente.

Este tipo de normativas ha provocado reacciones encontradas en la comunidad deportiva. Mientras algunos defienden la necesidad de mantener la igualdad en la competición, otros consideran que estas medidas vulneran derechos fundamentales y generan discriminación.

La polémica también ha llegado a la arena política, con figuras conservadoras que exigen mayor control y restricciones a la participación de atletas transgénero.

En el escenario histórico, el debate sobre el sexo en el deporte no es nuevo. Desde la introducción de las categorías femeninas en los Juegos Olímpicos en 1900, las cuestiones de equidad y biología han sido motivo de discusión constante.

La actual tendencia a aplicar pruebas genéticas y hormonales refleja un esfuerzo por definir con mayor precisión quién puede participar en cada categoría, aunque aún genera tensiones y desafíos legales.

Por su parte, la Federación Internacional de Boxeo (FIB) y otros organismos continúan revisando sus políticas para adaptarse a estos cambios, buscando equilibrar la inclusión con la justicia deportiva.

La historia de Imane Khelif y su caso ejemplifican la complejidad del asunto, que combina aspectos biológicos, legales y éticos en un momento en que la igualdad en el deporte se enfrenta a nuevas realidades científicas y sociales.