Un escalofrío recorrió a los espectadores que presenciaron la derrota por nocaut de Jonathan Ariel Sosa ante el estadounidense Terrence Williams en Plant City, Florida, el miércoles pasado.

Tras 67 segundos de combate, un certero golpe en la mandíbula envió a Sosa al suelo sin que el árbitro iniciara el conteo.

Posteriormente, Sosa fue trasladado a un centro de salud para recibir atención médica.

Regresando a Buenos Aires este viernes, cerró así un capítulo conflictivo en su carrera, marcado por su decisión de pelear en el extranjero sin autorización de la Federación Argentina de Boxeo (FAB).

El historial de Sosa en Estados Unidos incluye 7 victorias, 17 derrotas y 2 empates.

Su última presentación en suelo argentino fue hace cinco años, cuando también sufrió un nocaut frente a Saúl Huenchul.

La decisión de buscar oportunidades en el exterior se vio motivada por la pausa en el deporte debido a la pandemia de coronavirus.

Sin embargo, sus viajes sin autorización de la FAB le han acarreado consecuencias.

La FAB exige que cualquier boxeador que busque pelear fuera del país presente una solicitud de autorización con al menos siete días de antelación, incluyendo datos del rival, del promotor y del director técnico.

Sosa no cumplía con los requisitos mínimos, pues no había completado el número de asaltos exigido ni contaba con un porcentaje mínimo de victorias en su récord.

Sosa fue suspendido en dos ocasiones por la FAB, la última de ellas vigente hasta octubre de este año.

Su participación en combates no autorizados ha sido una situación recurrente que ha afectado también a otros boxeadores argentinos de renombre.

La derrota en Estados Unidos ha puesto en evidencia no solo la falta de respaldo legal en sus actuaciones sino también los riesgos que ha tomado en su carrera deportiva.