En una cumbre de tres horas en Ezeiza, el destino de Diego Martínez al frente de Boca Juniors se define; el técnico sigue tras el Superclásico, pero enfrenta críticas y una presión creciente.

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La reciente reunión entre Juan Román Riquelme y Diego Martínez en Ezeiza ha generado gran expectativa en el mundo del fútbol argentino, reflejando la tensión actual en Boca Juniors.

A diferencia de otras ocasiones, como cuando el Consejo de Fútbol decidió despedir a Sebastián Battaglia en una gasolinera, esta reunión se llevó a cabo en un marco más formal; sin embargo, es evidente que el tiempo de Martínez al mando del equipo está llegando a su fin.

La charla se extendió por tres horas y, a pesar de los rumores y la presión, el entrenador continuará al frente del equipo, al menos por ahora.

Tras la reunión, Martínez dirigió la práctica del equipo y tiene programado dirigir el partido del próximo sábado contra Belgrano.

Pero, el futuro es incierto: "Se verá", respondieron fuentes cercanas al presidente de la institución.

La actuación en Córdoba podría ser crucial para determinar su continuidad.

Riquelme optó por no destituir a Martínez por tres motivos clave.

Primero, la reciente derrota en el Superclásico, un evento de gran relevancia en el fútbol argentino, que lo convierte en un tema sensible.

Si bien algunos medios sugirieron que la derrota ante River era motivo suficiente para un cambio, ello podría acarrear un costo político elevado para la dirigencia.

Esto evoca recuerdos de la salida de Miguel Ángel Brindisi del club hace exactamente 20 años, un hecho que dejó una marca profunda.

En segundo lugar, el potencial sucesor de Martínez, Kily González, actualmente está ocupado en Unión de Santa Fe, donde ha llevado a cabo una excelente campaña.

Por último, el contrato de Martínez está vigente hasta diciembre de 2025, lo que significa que una rescisión prematura implicaría costos económicos significativos, especialmente considerando que todavía está pagando la ruptura de su vínculo con Huracán.


La reunión, que incluso requirió cambiar el horario del entrenamiento, buscaba analizar la situación actual del equipo.

Se había anticipado la visita de figuras clave como Marcelo Delgado y Mauricio Serna para evaluar el clima en el club antes de la charla.

Martínez es consciente de que su margen de error se estrecha cada vez más.

Reconocido por sus fracasos recientes, que incluyen la eliminación de la Copa de la Liga y un rendimiento decepcionante en la liga local, su situación es delicada.

Una derrota ante Belgrano sería difícil de afrontar, especialmente siendo que el próximo partido se jugará en casa frente a Argentinos Juniors.

Ya en el último encuentro en el Monumental, los aficionados mostraron su descontento con silbidos e insultos.

Riquelme, conocido por su compromiso con el club, ha sido objeto de críticas no solo por los integrantes de la hinchada, sino también por figuras políticas y exdirectivos como Javier Milei, quien expresó su descontento por el rumbo que ha tomado Boca.

Durante este tiempo, algunos han comenzado a cuestionar su rol en la gestión del club, como lo destaca Andrés Ibarra, quien criticó la falta de gestión y los problemas en la relación del equipo con sus aficionados.

Mientras tanto, Riquelme ha adoptado una postura de silencio ante las críticas, comunicándose únicamente con su círculo cercano.

En consecuencia, la presión sigue aumentando sobre Martínez, quien, a pesar de estar en el banquillo, sabe que necesita obtener resultados positivos pronto para asegurar su estadía en Boca.