La dirigencia de Boca Juniors, liderada por Juan Román Riquelme, atraviesa una etapa de creciente tensión con sus seguidores debido a resultados deportivos, decisiones tácticas y aspectos administrativos, lo que pone en duda su continuidad en el cargo.

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Boca Juniors, uno de los clubes más emblemáticos del fútbol argentino, vive en los últimos años un período de incertidumbre y malestar creciente entre sus aficionados.

La gestión encabezada por Juan Román #Riquelme y su Consejo de Fútbol, a pesar de haber obtenido algunos títulos en este período, ha generado una profunda disconformidad en la hinchada, especialmente en los últimos seis años, cuando las decisiones administrativas y deportivas parecen haber alejado al equipo de la historial de éxitos.

Desde que Riquelme asumió un rol de liderazgo dentro del club, en las elecciones de 2019, los resultados deportivos no han sido los esperados, y eso se refleja en la cantidad de derrotas en clásicos y en la eliminación prematura en torneos internacionales.

En términos históricos, Boca ha sido reconocido por su tradición en copas internacionales, con más de 18 Libertadores ganadas y multitud de títulos nacionales, pero en este segmento reciente, la situación parece ser diferente.

Durante la gestión, Boca ha logrado obtener en total seis títulos oficiales, incluyendo la Superliga 2019/2020, la Copa Maradona y la Copa Argentina 2021, además de la Liga Profesional y la Copa de la Liga 2022, así como la Supercopa Argentina 2023.

Sin embargo, si se analiza exclusivamente el período en el que Riquelme ha sido la máxima autoridad, la historia es distinta: el equipo no ha logrado consagrarse campeón en el torneo doméstico o en las competencias continentales, y en los últimos años ha visto cómo se le escapan oportunidades claves.

Un dato que refleja la insatisfacción del hincha es la reciente eliminación en la Copa Sudamericana 2024, tras no lograr avanzar en su grupo y caer en los octavos de final ante Cruzeiro.

No fue la única frustración, ya que en 2022 Boca fue derrotado por Alianza Lima en la misma competición, un golpe duro para sus seguidores. Para entender la magnitud del malestar, hay que remontarse a hechos históricos como la final de la Libertadores 2018, donde Boca perdió ante River Plate en un dramático partido en Madrid, o la célebre derrota en los penales en la final del torneo continental en 2019 frente a River en Lima.

La rivalidad histórica con River Plate, que tanto ha marcado la identidad del fútbol argentino, también evidencia la difícil actualidad del club xeneize.

Desde 2019, en sus enfrentamientos oficiales, River ha superado claramente a Boca en cantidad de victorias, dejando un saldo de 5 triunfos contra 3 en 11 partidos disputados, y aumentando la brecha en el cómputo global de enfrentamientos con otros equipos tradicionales como Racing, Independiente y San Lorenzo.

Otro factor que contribuye al malestar en la hinchada es la inestabilidad en los puestos técnicos. La sucesión de técnicos en Boca ha sido rápida y, en muchos casos, con ciclos cortos y decisiones polémicas. Desde Miguel Ángel Russo, hasta Sebastián Battaglia, Hugo Ibarra, Jorge Almirón y Gago, la cantidad de entrenadores en los últimos años refleja la falta de un proyecto a largo plazo.

La demora en definir un nuevo director técnico tras la salida de Gago, en medio de rumores y reservado en las decisiones, contribuye a que la relación entre dirigentes, cuerpo técnico y jugadores esté marcada por la desconfianza.

Por si fuera poco, el mercado de pases ha sido objeto de controversias. La destitución de jugadores como Alan Velasco, a quien Riquelme buscó pagar unos 9.200.000 euros (equivalentes a aproximadamente 10 millones de dólares), y las decisiones en las incorporaciones, generan silbidos y protestas en las tribunas.

La disputa entre el presidente y el cuerpo técnico por las alineaciones y seleccionadas de jugadores, especialmente en un plantel con una edad media de casi 30 años, suma tensión y descontento.

En cuanto a la gestión institucional, las declaraciones de Riquelme y su narrativa en la prensa generan aún más escepticismo entre los hinchas. La idea de que "el club es de los socios" y las justificaciones por las derrotas, como la afirmación de que "una Copa Libertadores vale más que 10 torneos locales", no logran convencer a un sector cada vez más movilizado que exige cambios profundos.

En definitiva, Boca enfrenta un escenario donde, a pesar de algunos logros, la relación con sus seguidores se ha visto deteriorada por resultados deportivos poco convincentes, decisiones cuestionables en lo administrativo, y una falta de autocrítica clara.

La esperanza de volver a los triunfos y recuperar la mística del club requiere de cambios profundos que parecen aún lejanos, mientras la hinchada continúa expresando su disconformidad en las tribunas y en las redes sociales.