Un empate agónico de Milton Giménez mantiene a Boca en busca de estabilidad y apertura a posibles cambios en su staff técnico tras una racha sin victorias en el torneo local.

Aunque no se pudo lograr la victoria que tanta gente esperaba para aliviar la presión, el tumor de parches y crisis que azota al equipo desde hace meses continúa latente.
Con este resultado, el club sigue sumando 12 partidos sin obtener un triunfo en competencias oficiales, una mala racha que ha afectado la moral de los jugadores, el cuerpo técnico y la misma dirigencia.
Sin embargo, la noche en La Bombonera mostró un puñado de esperanzas, ya que los seguidores permanecieron en buen número, alentando con fervor y mostrando un apoyo silencioso pero contundente.
Allí, en la grada, se escuchó una sola consigna dirigida a los futbolistas: "A ver, a ver, los jugadores si pueden oír, la camiseta de Boca es ganar o morir".
El humor y la esperanza se mantenían intactos, a pesar del momento crítico.
Este partido también mostró en cierta forma una tendencia a la calma respecto a algunas decisiones recientes en la institución. Luego de muchos días de tensión, la relación entre la base del plantel, la dirigencia y el cuerpo técnico se fue estabilizando, en una especie de intento por evitar una crisis mayor.
El despido de Marcos Rojo, que salió del club tras cuatro años y varias conquistas, fue un paso para intentar limpiar el vestuario, aunque aquel jugador fue silbado en su última presentación.
La rescisión del contrato parecía una medida necesaria para bajar la tensión en el grupo, aunque el impacto emocional aún está por medirse.
Por otro lado, las medidas tomadas por el presidente y símbolo del club, Juan Román Riquelme, parecen haber aportado cierto alivio. La estrategia de mantener un perfil bajo y buscar un respaldo institucional más sólido ha sido clave para evitar que la crisis se desborde. Sin embargo, el panorama deportivo no se ve más despejado, y se presume que en próximos días surgirán cambios en la estructura del cuerpo técnico.
La reciente derrota ante Lanús y la actual racha sin triunfos han puesto en jaque la continuidad del técnico Miguel Ángel Russo, quien ha sabido mantenerse en el cargo en medio de las turbulencias.
Russo, de 69 años, llegó a Boca en un momento complicado y fue considerado una voz de experiencia y liderazgo en un vestuario descontrolado. Durante su gestión, el equipo mostró destellos de buen fútbol, en especial en partidos internacionales, como en el Mundial de Clubes, donde enfrentó a equipos de nivel mundial y dejó una buena imagen.
Incluyendo la derrota ante Auckland City y los #empates en el torneo local
No obstante, los resultados recientes, incluyendo la derrota ante Auckland City y los empates en el torneo local, han puesto en duda su continuidad.
El técnico, que decidió no dar declaraciones tras el empate contra Racing por problemas en la voz, sigue enfrentando rumores sobre su futuro. En los pasillos de La Bombonera, ya se escuchan nombres de posibles reemplazos. Entre los más mencionados están Gustavo Quinteros, quien expresó en redes sociales su interés en dirigir a un equipo grande, y otros entrenadores como Sergio Gómez, que prefieren mantener la reserva y esperar.
Mientras tanto, la dirigencia y los hinchas están a la expectativa de lo que ocurrirá en Mendoza, donde Boca jugará en la próxima fecha y donde el resultado puede marcar un punto de inflexión.
La dirigencia pretende mantener la calma y evaluar las opciones que tengan mayor respaldo y experiencia para revertir la situación.
Por ahora, Russo continúa en el cargo, pero el pulso por el futuro del equipo en esta temporada está más vivo que nunca. Muchos jugadores y dirigentes consideran que una buena actuación en Mendoza puede dar un respiro, mientras que otros piensan que ya es momento de dar un golpe de autoridad y apostar por un nuevo liderazgo técnico.