En un encuentro lleno de emociones, Boca Juniors logró una victoria ante Independiente Rivadavia, pero la falta de solidez y el desempeño irregular generaron dudas en sus aficionados.

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La Bombonera, el mítico estadio de Boca Juniors, se convirtió una vez más en un escenario vibrante lleno de emociones encontradas. En el ambiente se sentía la presión de la hinchada, que alternaba entre silbidos y el característico canto de apoyo en el entretiempo. Este partido contra Independiente Rivadavia de Mendoza se presentaba como crucial después de la amarga derrota en el clásico ante Racing. Finalmente, el conjunto local se impuso por un marcador de 2-0, gracias a los goles de Merentiel y Zeballos. Sin embargo, a pesar del triunfo, las dudas sobre el rendimiento del equipo persisten.

El primer tanto llegó de una manera inesperada. Un error del arquero visitante, Ezequiel Centurión, tras un mal pase de Milton Giménez, permitió que el uruguayo Merentiel anotara. Este episodio refleja la suerte que acompaña a Boca, aunque también deja entrever la falta de contundencia del rival, que tuvo oportunidades claras para igualar.

Williams Alarcón evitó en el último instante un tiro de Mauricio Cardillo, mientras que el travesaño ayudó a Agustín Marchesín tras un disparo de Sheyko Studer.

Fue en el segundo tiempo cuando el ingresado Zeballos, con su explosividad, comenzó a marcar la diferencia. Su primer remate, tras un buen desborde, terminó en el travesaño, pero no tardó en encontrar el gol tras otra combinación que dejó al arquero desubicado.

A pesar de estos destellos, los problemas de Boca fueron evidentes, especialmente en la primera mitad, donde la falta de creatividad y control en el medio campo permitió que Independiente Rivadavia tomara la iniciativa.

El equipo mendocino mostró un juego dinámico y ofensivo, con un 4-3-1-2 que les permitió generar varias ocasiones. Sebastián Villa, en su regreso, fue una de las figuras destacadas, desplazándose por toda la delantera y creando problemas a la defensa local. Sin embargo, a pesar de su valentía, la falta de puntería en los momentos clave lastró sus posibilidades.

Durante el primer tiempo, el rendimiento de Boca fue tan pobre que provocó una sonora silbatina de la afición al momento de irse al vestuario. La hinchada pedía más entrega, sobre todo considerando que la presión de los rivales, que no mostraron ningún tipo de temor a jugar en un campo como La Bombonera, se hacía más evidente.

A medida que transcurría el partido, se hizo evidente que el equipo de Fernando Gago necesita encontrar alternativas más efectivas para asegurar su rendimiento y lograr un crecimiento en la calidad del juego.

La presión por mejorar aumentará, especialmente tomando en cuenta este tipo de partidos donde, a pesar de las victorias, el desempeño deja mucho que desear.

La charla en los vestuarios seguramente girará en torno a cómo optimizar la coordinación y recuperar la solidez que tanta falta hace en los encuentros venideros.