El equipo argentino de baloncesto recuerda sus logros con una fiesta llena de emociones y recuerdos en Villa Soldati.

El pasado fin de semana, los integrantes de la Generación Dorada del baloncesto argentino se reunieron en una emotiva celebración que conmemora 20 años desde su histórico triunfo en los Juegos Olímpicos de Atenas 2004. En el estadio Mary Terán de Weiss, más de 15.000 aficionados se congregaron para rendir homenaje a los 12 jugadores que han dejado una huella imborrable en la historia del deporte nacional.

Desde el Sudamericano de Valdivia en 2001 hasta los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro en 2016, esta ilustre generación ha marcado un antes y un después en el baloncesto argentino y mundial.

Los jugadores, encabezados por figuras como Manu Ginóbili, Luis Scola y Fabricio Oberto, revivieron momentos de gloria y alegría que han compartido a lo largo de estos años, haciendo que la afición conectara con su legado.

La fiesta comenzó antes del evento, con una avalancha de fanáticos ansiosos por comprar entradas que rápidamente volaron, con precios que oscilaron entre 168 y 1.050 euros, dependiendo de la ubicación.

El entusiasmo era palpable, y largas filas se formaron desde horas antes de la apertura de puertas.

Los aficionados mostraron su devoción a través del merchandising oficial, que se agotó rápidamente; camisetas, sudaderas y otros artículos que exhibían el emblemático logo de “GD 20 años”.

El reencuentro de estos exjugadores y entrenadores trajo consigo momentos entrañables.

Incluyendo el reconocido coach Rubén Magnano, quien recibió una ovación a pie mientras recordaba con humor algunos de sus festejos más icónicos.

A lo largo del evento, los jugadores participaron en exhibiciones y concursos, entonando risas y compartiendo anécdotas con una multitud que no dejaba de aplaudir.

Una de las presentaciones más emotivas fue el homenaje a Ricardo González, el capitán de la selección argentina que ganó el primer campeonato mundial en 1950. A sus 99 años, González fue recibido con una cálida ovación, simbolizando la conexión y el legado que los deportistas argentinos comparten a lo largo de las generaciones.

Además, el ambiente festivo se llenó de diversión con diversas actividades, como concursos de tiros en los que participaron no solo los exjugadores, sino también artistas e influencers, y el público presente.

El espíritu de camaradería y la pasión por el baloncesto se sintieron en cada rincón del estadio, un nuevo reflejo de lo que esta generación ha representado para el país.

Los saludos de reconocidas personalidades como Gabriela Sabatini y Diego Torres se proyectaron en pantallas, recordándole a los presentes que este legado va más allá de una simple competencia: es parte de la identidad cultural argentina.

El evento culminó con una memorable recreación del podio olímpico, donde los jugadores posaron con pelotas y plaquetas, evocando la emoción de aquellos días de triunfo.

La Generación Dorada no solo se reunió para celebrar su pasado, sino que también se dejó mimar por la afición que siempre los ha respaldado, convirtiendo una noche de nostalgia en una festividad repleta de gratitud y orgullo.

Manu Ginóbili expresó su agradecimiento al público, diciendo que este evento era un recordatorio del poder del equipo y la importancia del apoyo recibido.

La velada, que subrayó cómo el deporte puede unir a las generaciones, se despidió entre risas y aplausos, dejando claro que la Generación Dorada sigue viva en el corazón argentino.