La historia de Enrique Mansilla, un destacado piloto argentino que compartió pista con Ayrton Senna en su ascenso hacia la fama en la Fórmula 1, revive con la docuserie de Netflix. Mansilla reflexiona sobre su carrera, la rivalidad y el impacto de la Guerra de Malvinas en su trayectoria.

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Enrique Quique Mansilla ha vuelto a ser noticia gracias a la reciente docuserie de Netflix dedicada a Ayrton Senna, el icónico tricampeón mundial de Fórmula 1.

A sus casi 67 años, el argentino recordaba su intensa rivalidad con el brasileño, que se forjó en los años en que ambos competían en la Fórmula Ford 1600 en Gran Bretaña.

Su relación comenzó como compañeros de equipo, pero rápidamente se transformó en una feroz competencia. "Tuvimos cuatro meses sin hablarnos", rememora Mansilla mientras conversa desde una de las torres del Autódromo Oscar y Juan Gálvez de Buenos Aires.

Mansilla, quien se adentró en el automovilismo tras ganarse un lugar en la Escuela de Pilotos de Jorge Omar Del Río, recuerda que su carrera despegó en 1980 al trasladarse a Inglaterra, donde poco a poco fue ganando terreno.

A diferencia de muchos de sus contemporáneos, Mansilla no había tenido una tradición en karting debido a limitaciones económicas. A pesar de esto, su habilidad y una estrategia audaz le permitieron convertirse en piloto oficial del equipo Van Diemen en la Fórmula Ford británica en 1981.

En aquellos tiempos, la llegada de Ayrton Senna al equipo cambió la dinámica. "El equipo originalmente estaba formado por el mexicano Alfonso Toledano y yo; pero gracias a Chico Serra, Senna se unió a nosotros. Un día, el propietario, Ralph Firman, preguntó si podíamos acomodar un auto más y así empezó nuestra historia", comenta Mansilla. Su relación, sin embargo, estuvo marcada por intensas disputas en la pista, la más notable en Mallory Park. Después de un incidente en el que Senna creyó que Mansilla lo había sacado intencionalmente de la pista, la tensión aumentó considerablemente.

"Ganí esa carrera y Ayrton estaba muy molesto. En ese momento, unos fotógrafos nos capturaron y comenzó la historia del argentino malo y el brasileño loco", recuerda entre risas. Aunque la competencia fue real, Mansilla aclara que algunas partes de la historia fueron dramatizadas en la serie de Netflix. Aún así, está orgulloso de haber sido elegido para formar parte de la narrativa sobre Senna, un piloto a quien, al final, llegó a respetar y considerar un amigo.


"Después de las tensiones, un día el patrón nos sentó y nos dijo que teníamos que resolver nuestras diferencias. A partir de ahí, nuestra amistad floreció", cuenta Mansilla.

Sin embargo, no todo fue fácil para Mansilla. En 1982, tras la Guerra de Malvinas, su carrera se vio afectada drásticamente. "Todo lo que había logrado se paralizó", lamenta. La crisis que estalló entre Argentina y el Reino Unido no solo complicó su financiamiento, sino que también lo aisló en Gran Bretaña.

A pesar de las dificultades, Mansilla tuvo la oportunidad de probar un auto de Fórmula 1, específicamente un McLaren, pero no logró asegurar los fondos necesarios.

"Estuve a 670.000 Euros (cerca de 700.000 dólares) de correr en Fórmula 1", se resigna.

Con el tiempo, se trasladó a Estados Unidos buscando nuevas oportunidades, donde compitió brevemente en la Can-Am y luego hizo pruebas en IndyCar.

Finalmente, Mansilla ha encontrado un nuevo rumbo en la vida, dirigiendo un taller mecánico y trabajando como asesor en AUSA. Aunque se muestra cauteloso, también expresa su entusiasmo por el futuro del automovilismo argentino, especialmente con la llegada de talentos como Franco Colapinto.

"Es un diamante que necesita ser pulido. Estoy ansioso por ver cómo se desarrollará su carrera", concluye con optimismo.