El rendimiento de los atletas argentinos en las competiciones mundiales ha mostrado un decline progresivo en los últimos años, evidenciando problemas estructurales, de infraestructura y de formación que dificultan su competencia en altos niveles.

Desde hace décadas, el #atletismo en Argentina ha sufrido un proceso de deterioro en comparación con otros países sudamericanos. Históricamente, países como Brasil, Colombia y Ecuador han logrado avances significativos, especialmente en disciplinas de marcha y fondo, mientras que Argentina permanece rezagada en estas categorías.
Un ejemplo de ello es la ausencia de una estructura de entrenamiento de elite que permita desarrollar talentos desde edades tempranas y acompañarlos a lo largo de su crecimiento.
El panorama en las competencias mundiales continúa reflejando esta realidad. En los Juegos Olímpicos y Campeonatos Mundiales recientes, las actuaciones argentinas se limitaron a algunos resultados discretos: récords nacionales en categorías juveniles y actuaciones destacadas de atletas con formación en el extranjero.
La participación de la delegación en Tokio 2021, por ejemplo, fue humilde: cinco atletas compitiendo sin pasar en la mayoría de los casos de la primera ronda.
La mejor actuación fue la de Elián Larregina en los 400 metros, donde quedó a un puesto de acceder a las semifinales, y Micaela Levaggi, quien rompió su plusmarca en los 1500 metros, pero sin avanzar más allá de los primeros rounds.
Este declive no empezó hoy, tiene raíces en la historia del deporte argentino. En los años 90, Argentina contaba con atletas destacados que lograron establecer marcas y resultados onerosos a nivel internacional, pero la falta de continuidad en las políticas de apoyo y desarrollo deportivo ha hecho que esa generación no se haya reemplazado por otra de igual o mayor calidad.
La infraestructura, fundamental para la formación y entrenamiento, también ha sufrido de una profunda desatención.
Un caso paradigmático es el del Centro de Entrenamiento de Cachi, en Salta, inaugurado en 2023, que aún no puede ser utilizado plenamente. Se trata de una instalación ubicada a más de 2.400 metros de altura, diseñada para preparar a los fondistas y mediofondistas argentinos en condiciones óptimas. Sin embargo, su puesta en marcha ha sido postergada por decisiones administrativas, evidenciando cómo la política frecuentemente interfiere con la infraestructura deportiva.
A esto se añade el problema del centralismo en el país. La concentración de clubes, entrenadores y recursos en Buenos Aires, Córdoba y algunas regiones del sur, limita el desarrollo regional y fuerza a muchos de los mejores deportistas a emigrar para entrenarse en el exterior.
La historia de Martina Weil, hija de una familia de deportistas chilenos, ilustra esta problemática: gracias a que su formación continuó en Estados Unidos y Bélgica, consiguió mejorar sus marcas y estar cerca de clasificar a una final mundial.
Esta situación refleja cómo el talento necesita escapar de un sistema que no le brinda las condiciones necesarias.
Otra causa a considerar es la capacitación y presupuesto destinado a entrenadores, médicos, nutricionistas y kinesiólogos especializados. El coordinador de las selecciones nacionales, Daniel Díaz, señala que aunque hay talentos en el interior del país, las oportunidades de competencia internacional, la inversión estatal y la profesionalización del cuerpo técnico son insuficientes para sostener una base sólida.
Por otra parte, el apoyo económico también se presenta como un escollo. La falta de financiamiento limita las posibilidades de que los atletas puedan entrenarse en condiciones similares a sus pares internacionales, que frecuentemente migran a países que invierten en deportes.
La ausencia de una política pública efectiva que promueva el deporte de alto rendimiento ha mantenido a Argentina en una especie de círculo vicioso donde la innovación, la infraestructura y el apoyo económico no alcanzan para que los deportistas argentinos puedan competir a la par con los mejores del mundo.
El atraso del atletismo argentino en las #competencias internacionales no es un fenómeno aislado
En conclusión, el atraso del atletismo argentino en las competencias internacionales no es un fenómeno aislado, sino el resultado de una combinación de factores históricos, económicos, estructurales y sociales.
Para revertir esta tendencia, sería imprescindible implementar políticas integrales que promuevan la infraestructura deportiva, la formación profesional de entrenadores y la creación de oportunidades en todo el país.