
Una mujer de 28 años fue condenada a casi dos décadas de cárcel tras esposar a su hijo y permitir que un perro atacara al niño, provocándole heridas graves. El caso genera conmoción y plantea debates sobre la justicia y los límites parentales.
Una mujer de 28 años fue condenada a casi dos décadas de cárcel tras esposar a su hijo y permitir que un perro atacara al niño, provocándole heridas graves. El caso genera conmoción y plantea debates sobre la justicia y los límites parentales.