
Un informe independiente revela que agencias estatales y religiosas en Nueva Zelanda no solo fallaron en prevenir abusos, sino que también los encubrieron. Se estima que 200,000 personas fueron víctimas durante siete décadas.
Un informe independiente revela que agencias estatales y religiosas en Nueva Zelanda no solo fallaron en prevenir abusos, sino que también los encubrieron. Se estima que 200,000 personas fueron víctimas durante siete décadas.