
El aumento de la tensión entre EE.UU. y Canadá, junto con la incertidumbre política y económica, está reduciendo el interés de los canadienses en adquirir propiedades en Estados Unidos. La disminución en la demanda afecta tanto el mercado inmobiliario como la economía de ambos países, en un contexto histórico de fluctuaciones y cambios en las políticas comerciales y migratorias.