La gobernadora de Nueva York advierte sobre los recortes presupuestarios que pondrían en peligro la atención médica y la cobertura de millones de ciudadanos en el estado, mientras Washington prioriza recortes fiscales para multimillonarios.
El pasado mes de octubre, se conmemoró el 60 aniversario de la firma del programa Medicaid por parte del expresidente Lyndon B. Johnson, un hito en la historia de la protección social en Estados Unidos. Johnson aseguró en ese momento que la historia compartida por todos los estadounidenses nos llama a ser solidarios con quienes enfrentan desesperación y vulnerabilidad en una nación de abundancia.
Sin embargo, en las últimas semanas, esa tradición ha sido puesta en jaque por las acciones de los políticos en Washington.
Recientemente, los republicanos en el Congreso aprobaron un presupuesto que representa un golpe directo a la atención médica en el país. La propuesta contempla una reducción de casi 560 mil millones de euros en fondos destinados a Medicaid durante la próxima década, lo que equivale a una disminución de aproximadamente un 70% en comparación con los niveles actuales.
Este recorte no es una simple modificación; es un desmantelamiento que afectará a millones de familias trabajadoras, niños, adultos mayores y personas con discapacidad.
En el estado de Nueva York, los efectos serían catastróficos. Se estima que se perderían alrededor de 11,5 mil millones de euros anuales en fondos para Medicaid, lo que pondría en riesgo la cobertura de aproximadamente 1,5 millones de residentes.
Esta cifra no es solo un dato en una hoja de cálculo, sino la realidad de vecinos que podrían perder su seguro de salud por completo. Los hospitales en todo el estado, desde Long Island hasta las zonas rurales del Norte del estado, verían disminuir sus presupuestos, reducir personal y retrasar el acceso a tratamientos esenciales.
Lamentablemente, todos los representantes republicanos en Nueva York apoyaron esta medida, priorizando recortes fiscales para las élites económicas en lugar de proteger el bienestar de sus propios electores.
Esta estrategia, que algunos llaman