Un nuevo informe encargado por las autoridades científicas canadienses recomienda establecer una agencia gubernamental para responder y gestionar de forma transparente los avistamientos de UAP en el espacio aéreo del país, mejorando la investigación científica y la confianza pública.
Un reciente informe encargado por la oficina del principal asesor científico de Canadá destaca la necesidad de crear una agencia federal dedicada a gestionar y responder a los reportes de fenómenos aéreos no identificados (UAP) en el espacio aéreo canadiense.
La propuesta surge en medio del creciente interés público y la necesidad de una mayor transparencia, ante la fragmentación de los mecanismos actuales.
El informe, titulado 'El Proyecto Sky Canadá', fue publicado esta semana y recomienda reemplazar las disposiciones dispersas y poco coordinadas que actualmente dificultan el análisis riguroso de los informes de avistamientos de UAP.
La propuesta busca establecer un marco institucional que facilite la recopilación, investigación y divulgación de datos sobre estos fenómenos, con el objetivo de crear confianza pública y fomentar la investigación científica fundamentada.
Desde 2022, el informe señala que Canadá no cuenta con una estructura centralizada, ya que en el pasado una oficina dedicada a la gestión de estos informes estuvo operativa desde 1967 hasta 1995, y fue gestionada por el Consejo Nacional de Investigación y la RCMP, además de involucrar a otras agencias como la Agencia Espacial Canadiense y Transport Canada.
Sin embargo, la falta de coordinación en la actualidad genera dificultades para acceder a datos completos y confiables.
El experto en ufología Chris Rutkowski, tras haber recopilado alrededor de 25,000 informes de UAP en los últimos 35 años, aseguró que la evidencia indica que en los cielos canadienses existe un fenómeno que aún no se ha podido explicar en algunos casos.
“Hay indicios claros de que algo inusual sucede en el cielo, pero la falta de un sistema ordenado impide un análisis profundo y objetivo”, afirmó.
El informe también revisa las prácticas internacionales. Estados Unidos, por ejemplo, ha establecido varias instituciones dedicadas al estudio de UAP, incluyendo la Oficina para la Resolución de Anomalías de Todos los Dominios (AARO) y un estudio independiente liderado por la NASA.
La comunidad científica global también ha comenzado a mostrar mayor interés, buscando pruebas concluyentes de que estos fenómenos puedan tener origen extraterrestre, aunque hasta ahora no existe evidencia definitiva.
En relación a ello, el informe destaca que la mayoría de los avistamientos son fenómenos rutinarios como aviones, satélites, globos meteorológicos, o ilusiones ópticas, y que solo una pequeña fracción sigue sin explicación tras el análisis.
No obstante, la cultura y el interés popular por los UAP siguen en aumento, con una percepción que empieza a considerar estos hechos desde una perspectiva científica y menos estigmatizada.
Asimismo, el documento subraya la importancia de aumentar la transparencia y prevenir la desinformación. La divulgación proactiva de datos y la comunicación con el público buscan reducir las teorías conspirativas y fortalecer la confianza en las instituciones científicas y gubernamentales.
Profesionales como la astrofísica Sara Seager, de MIT, apoyan estas medidas, destacando el valor de la educación y la ciencia para entender mejor estos fenómenos.
Por otro lado, el informe menciona la posibilidad de que una organización académica o universitaria lidere la iniciativa, aprovechando su experiencia en divulgación y en formación de profesionales especializados en astronomía y ciencias del espacio.
La comunidad internacional, particularmente países con tradición en estudios aeroespaciales, continúa explorando distintas vías para esclarecer estos fenómenos y mantener la soberanía en materia de seguridad nacional.
El debate en Canadá y en otros países continúa, pero la tendencia hacia una gestión más científica y transparente parece consolidarse. La creación de una agencia específica, como propone el informe, sería un paso importante para responder a un fenómeno que, aunque aún sin pruebas concluyentes de visita extraterrestre, sigue despertando curiosidad y preocupación en la población.
Este proceso se enmarca en una historia con décadas de incidentes recognoscibles, como el famoso caso de Falcon Lake en 1967, uno de los reportes más documentados del país, y eventos recientes que han visto incrementarse la presencia de objetos voladores aún no identificados en el territorio canadiense.
La cooperación internacional y la participación de la comunidad científica serán esenciales para afrontar este interés creciente de manera segura y fundamentada.