La misión de la NASA destinada a estudiar el impacto de las tormentas solares en Marte sufrió un retraso debido a una tormenta solar en la Tierra, demostrando la influencia de estos eventos en la exploración espacial.
La agencia espacial de Estados Unidos, la NASA, experimentó un contratiempo en su última misión al tener que posponer el lanzamiento de una sonda destinada a investigar cómo las tormentas solares afectan la atmósfera de Marte.
La misión, denominada ESCAPADE (Exploradores de la dinámica y aceleración del plasma y la evasión), estaba programada para despegar a bordo del cohete New Glenn de la compañía Blue Origin en la fecha del 12 de noviembre, pero fue reprogramada para el día siguiente debido a una erupción solar que generó una tormenta solar o eyección de masa coronal.
Este tipo de eventos, las eyecciones de masa coronal, son enormes nubes de partículas cargadas que se expulsan violentamente desde la superficie del Sol y viajan a través del espacio a velocidades extremas.
La semana pasada, una de estas nubes de partículas se dirigía hacia la Tierra, lo que provocó espectaculares auroras boreales en el hemisferio norte, visibles en lugares como Calgary y otras zonas cercanas al polo norte.
Estas auroras se producen cuando las partículas solares se canalizan por el campo magnético terrestre hacia la atmósfera en las regiones polares, causando un brillo intenso en el cielo.
Aunque la belleza de las auroras es impresionante, las partículas cargadas pueden interferir con los sistemas electrónicos de naves y satélites, poniendo en riesgo las misiones en curso.
Por ello, las agencias espaciales toman precauciones y retrasan lanzamientos o ajustan operaciones durante eventos de actividad solar intensa.
Curiosamente, la misión ESCAPADE tiene como objetivo estudiar exactamente estos efectos de las tormentas solares, pero en Marte. Los científicos buscan entender cómo estas erupciones impactan la atmósfera marciana, que en el pasado era mucho más densa y húmeda. Hace aproximadamente tres mil millones de años, evidencia de satélites en órbita y rovers en la superficie indica que Marte albergaba lagos, ríos e incluso un océano, lo que sugiere que en su pasado pudo haber existido vida.
Sin embargo, actualmente, el planeta rojo presenta una atmósfera muy delgada, con apenas una milésima de la densidad atmosférica terrestre, lo que lo convierte en un desierto frío y seco.
Lo que ocurrió en Marte, según los científicos, fue la pérdida de gran parte de su atmósfera, debido en parte a que sus volcanes, los más grandes del sistema solar, dejaron de expulsar gases que la reforzaran.
Además, su campo magnético disminuyó y se volvió discontinuo, dejando a la atmósfera vulnerable a las partículas solares que barren con los gases, despojándolos en el proceso.
La presencia de un campo magnético fuerte y activo en la Tierra, junto con volcanes aún en actividad, ayuda a proteger nuestro planeta contra estos eventos violentos.
No sólo Marte está en riesgo de perder su atmósfera; un estudio reciente en los Países Bajos descubrió una eyección solar de una intensidad tan formidable que fue capaz de eliminar por completo la atmósfera de un planeta en una estrella enana roja — menor y más débil que el Sol, pero con un campo magnético mucho más potente.
Este hallazgo denota que otros exoplanetas cercanos también podrían sufrir pérdidas atmosféricas similares si son alcanzados por estos fenómenos extremos, lo que reduciría las posibilidades de encontrar vida en otros planetas del cosmos.
Los investigadores planean estudiar con mayor profundidad la frecuencia y la intensidad de estos superciclones solares para comprender mejor su impacto a largo plazo.
Este escenario nos recuerda la vulnerabilidad de los mundos en un universo que, si bien es violento, también alberga pequeños oasis de vida que logramos entender y proteger.
La exploración espacial continúa siendo una herramienta esencial para descubrir cómo enfrentarnos a estos fenómenos y qué medidas tomar para garantizar la protección de futuras misiones humanas y robotizadas en otros planetas.