Las instituciones culturales de Canadá están lidiando con un aumento de donaciones de arte que supera su capacidad de almacenamiento.

En Canadá, las galerías de arte y museos se encuentran en una situación crítica debido al aumento significativo de donaciones, lo que ha llevado a una escasez de espacio para almacenar y cuidar correctamente estas colecciones.

Nicholas Bell, director del Museo Glenbow en Calgary, ha advertido que las instituciones culturales están "a reventar" y que este problema afecta tanto a los museos grandes como a los pequeños en todo el país.

Los museos canadienses históricamente han sido espacios donde se preserva el patrimonio cultural y artístico del país.

Sin embargo, el aumento de donaciones ha superado con creces su capacidad de gestión.

De acuerdo con un estudio realizado en 2019 por la Asociación Canadiense para la Conservación del Patrimonio Cultural, casi el 50% de las instituciones encuestadas informaron que el tamaño de sus colecciones se había duplicado o más en los últimos 20 años.

Esta tendencia plantea inquietantes interrogantes sobre la gestión y conservación de estos bienes culturales.

El Museo Glenbow lleva más de tres años cerrado mientras se lleva a cabo una remodelación con un costo aproximado de 190 millones de euros.

Uno de los principales objetivos de esta renovación es convertir más del edificio, que cuenta con ocho pisos, en espacio de exhibición para el público.

Sin embargo, incluso después de la renovación, Bell estima que solo se podrá exhibir una pequeña fracción de las 250,000 piezas que posee la institución.

Las estadísticas son igualmente preocupantes en otros museos.

En el Museo de Bellas Artes de Montreal, solo el 6% de las obras están en exhibición, mientras que en la Galería de Arte de Vancouver, la cifra es inferior al 1%. Esta situación se ve agravada por el hecho de que muchas instituciones han puesto pausa a la aceptación de nuevas donaciones debido a la falta de espacio.

Uno de los factores que contribuyen a este fenómeno es un cambio en la demografía de la población canadiense, especialmente entre los baby boomers, quienes están dejando de lado sus pertenencias en lo que se ha denominado "la gran transferencia de objetos". Muchas veces, estos individuos optan por donar valiosas obras de arte a las instituciones culturales.

Este acto, aunque altruista, también puede ofrecer beneficios fiscales significativos para el donante.

Según la normativa canadiense, si una donación es certificada como "propiedad cultural de importancia destacada", el donante puede recibir beneficios fiscales que no obtendría al donar dinero en efectivo.

Este incentivo fiscal fue establecido en la década de 1970 para evitar que obras de arte y artefactos indígenas fueran adquiridos por coleccionistas internacionales.

Sin embargo, el aumento en la cantidad de donaciones ha superado las expectativas.

Gena Rotstein, cofundadora de una firma filantrópica, señala que muchas instituciones no están preparadas para gestionar la magnitud de tales regalos.

Para mitigar este problema, algunos expertos sugieren que los donantes consideren hacer contribuciones monetarias en lugar de objetos materiales.

Esto ayudaría a las instituciones a mantener y cuidar mejor las colecciones existentes y a crear nuevas exposiciones.

Aunque gran parte de las colecciones pueden no estar visibles para el público, siguen siendo objeto de estudio y conservación para generaciones futuras.

A medida que los museos buscan adaptarse a esta nueva realidad, es necesario un diálogo abierto entre donantes y administradores de instituciones culturales para encontrar soluciones sostenibles a largo plazo.

Los desafíos actuales subrayan la importancia de la capacidad de almacenamiento y los recursos financieros que deben estar disponibles para preservar el rico patrimonio cultural que Canadá tiene para ofrecer.